viernes, 28 de octubre de 2011

Teoría del amor

Cuán gratos recuerdos acuden sonoros y tácitos a mi mente, cuando miro mi reflejo en el duro cristal opaco preguntándome una y otra vez "qué es el amor". Una pregunta indisoluble e inevitable de los humanos que no alcanzamos a razonar y mucho menos a aceptar o comprender.

Para responder a esta pregunta intento plantear un caso similar, que me resulta muy cómodo y agradable de proponer. A lo largo de los anales de la Física hemos caído en la cuenta barbarie de que cada vez que surge un dilema nuevo, dogmáticamente tiene que surgir una complicación o retorcimiento que lo estropee y complique.
En el caso de la Física todo parecía ir sobre rieles con la Teoría de la Relatividad General, una teoría renovadora de la gravedad que proponía cambiar los esquemas mecánicos del siglo XVII y que hacía de su creador un auténtico ídolo de masas. Sin embargo, en ese mismo siglo un grupo de científicos desarrollaron una de las teorías más caóticas y probables de la historia, la mecánica cuántica, que permitía explicar, como podía, la misma gravedad de Einstein a niveles atómicos, en la que la gravedad de la Relatividad General no servía.

Intrincada ironía es la que se nos propone. Nos dicen que para explicar los cuerpos de gran masa utilicemos una teoría, mientras que para explicar los cuerpos más pequeños utilicemos su antagonista. ¿No sería lógico pensar que la misma fuerza que mantiene a la Luna dando vueltas alrededor del Sol es la misma que mantiene al electrón pululando alrededor del núcleo (aunque por supuesto la interacción electromagnética es extremadamente superior a la gravitatoria)? ¿Y no sería tan lógico como pensar que la teoría que explique el comportamiento de los átomos tendría que ser la misma para los cuerpos grandes por estar formados de ellos?

En la actualidad físicos de todo el mundo tratan de encontrar la síntesis entre la tesis y la antítesis, para poder hallar la respuesta. La teoría de cuerdas por ejemplo es una de las tantísimas que se han creado para este fin.
Con el amor ocurre lo mismo, hay una tesis, "amor empírico" razonado mediante las ciencias empíricas; y hay una antítesis el "amor abstracto" poetizado desde la filosofía espiritual y la poesía. Hallemos pues un equilibrio.

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