Mi primera reseña sobre uno de los pesos pesados de la literatura universal... ¿Un listón más alto podría haberme puesto como peldaño inicial? Mi querido Víctor... De poeta a poeta (aunque más bien comparado contigo soy un futbolista) como se nota que llevas esa sangre vehemente que nubla y libera la mente como un reloj, a intervalos, a veces a instantes que duran cero segundos... Ya sabemos como es la mente de un romántico.
Nunca me han llamado demasiado la atención las novelas. "La verdadera síntesis literalmente bella es la Poesía..." me decía. Resulta que en agosto comencé a leerme Los Miserables pensando que me aburriría muy pronto de sus historias. Sin embargo, el efecto dominó del todo sobre el todo, la necesidad de profundizar hasta los detalles más mínimos y quisquillosos de la vida de los personajes, el narrador omnisciente que todo lo puede y todo lo sabe, los diálogos con el lector, la Historia de Francia, el Amor, la Libertad... son esa clase de cosas que considero fundamentales a la hora de escribir un poema y que me engancharon a la miserable existencia de sus creaciones de pluma gala.
La vida de un hombre, Jean Valjean, desde su condena a las galeras hasta la plenitud de la salvación por mediación de un obispo, cuya figura se mantiene toda la obra sobrevolando el espíritu del hombre; y de una niña de ojos grandes y azules llamada Cosette que ennoblece su alma. Un camino no fácil por la figura reencarnada de la Justicia en su estado más estricto, Javert, quien seguirá, como la sombra, sus pisadas. Los Miserables es una historia de felicidad efímera y momentánea crispada por décadas de tortura, reflexiones de horas y horas frente al espejo y miles de enumeraciones literarias. En conclusión, disfruté mucho leyendo la obra, y solo espero que llegue lo antes posible diciembre para ver la película basada en el musical que no pude ver.
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