domingo, 30 de octubre de 2011

Amor empírico

Después de haber comprendido qué es el ADN y la evolución biológica podemos pasar a definir la primera tesis del amor, el amor empírico.
Muchos conmutan la ciencia con la verdad absoluta, la dogmática e irrefutable, sin ser más cierto que una mentira. La Gnoseología se encarga de estudiar como los seres humanos podemos obtener el conocimiento. Este conocimiento lo recogemos mediante los sentidos, que realizan una observación instantánea de la realidad y mediante la razón, que recoge y utiliza los datos obtenidos por los sentidos para intentar entender la realidad relacionando dos fenómenos considerados, causa y efecto y, por tanto, predecir sus consecuencias. La ciencia realista y empirista, no aduce con argumentos idealistas y kantianos la posibilidad de la perturbación, achacando el valor pragmático de la ciencia como real.

Centrándonos en el asunto que nos toca, podemos analizar el amor desde una perspectiva empírica, es decir, a través de las ciencias empíricas: biología, sociología, bioquímica... Y obtener una de las tesis para poder elaborar nuestra síntesis. Desde este empirismo analítico nos referiremos al amor directamente sobrentendido como el amor de los humanos, ya que desde una perspectiva biológica no tendríamos distinción con respecto al resto de las especies, por eso se debe introducir así.

El amor, en una primera aproximación, podríamos decir que es un mecanismo que los seres humanos hemos autoproclamado para describir los comportamientos sociales, biológicos y bioquímicos que tienen como fin la reproducción y por tanto la tendencia irrefrenable a la perfección biológica. ¡Qué egocéntrico! ¿Verdad? Es lo único que me puedo decir después de haber dado esta definición con mi nivel de cultura actual. El amor es el resultado final de millones de años de evolución, mutaciones y comportamientos adquiridos que han mejorado nuestra capacidad de supervivencia.

Desde una perspectiva bioquímica todos los síntomas del enamoramiento se pueden explicar mediante sustancias químicas del cerebro como la dopamina y la norepinefrina, que son las responsables, entre otras cosas, de la atención y la captación de estímulos nuevos. La serotonina disminuye, lo que provoca irrefrenablemente la puesta de atención en esa persona.

También la dopamina es la responsable de la motivación, y es lo que hace que de repente, solo por conseguir gustos comunes, seamos capaces de pasar del color azul al rojo como color favorito. Las circunstancias de adversidad incrementan todavía más los niveles de dopamina lo que se traduce en un incremento de los sentimientos y la atracción.
Si viéramos el cerebro de una persona enamorada, observaríamos un incremento de la actividad en una zona muy primitiva de donde se supone que emana la pasión y se considera al mismo tiempo el motor de la mente, siendo su combustible la dopanima. Esta región forma parte del sistema de recompensa del cerebro que nos impulsa a actuar para conseguir satisfacción, en este caso, buscar una pareja para transmitir nuestro ADN de por vida.
La pregunta es, ¿únicamente todos estos procesos son el resultado de mutaciones y caracteres que han aumentado nuestras probabilidades de supervivencia? ¿O hay algo más?

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