Todavía en mí, hoy, perdura tranquilamente el recuerdo de un día fantástico, el día de la presentación de mi primer libro.
A eso de las 18:00 la sala Miguel Hernandez de la biblioteca María Moliner de Villaverde Alto empezaba a respirar un nuevo aire poético. Desde la una de la tarde anduve por allí con mi amigo preparando todo lo que pudiéramos necesitar y poco a poco fue llegando la gente.
En la mesa estábamos dos personas de la asociación AMIFIVI, mi compañero y yo. De primeras una persona de la biblioteca hizo una pequeña presentación, después Andrés de AMIFIVI introdujo el tema del libro y leyó un poema. Feli, la mujer que también estaba conmigo en la mesa, hizo una descripción exhaustiva y minuciosa de mi libro, recordándome matices que creía que nadie caería en su cuenta por ser leídos con una simple pasada de vista. A parte, su capacidad lectora y pronunciación eran asombrosas, nunca nadie había leído tan bien mis poemas, yo no sé leer así. Y desde aquí le doy las gracias. Antes de mi intervención, Vicente, uno de los personajes transformados en mi libro con el apodo o nombre del camarada corazón, explicó como fueron nuestros días allí por Inglaterra recalcando el papel que tenían los momentos de irnos a la cama como momentos de reflexión. Luego me tocó a mí decir lo que básicamente había explicado de manera magistral Feli. Y como siempre para terminar en estos casos, una rueda de preguntas y un mostrador para vender mi libro.
Fue curioso que me encontrara en la presentación con dos poetas ya experimentados y consagrados. Se tratada de Javier Díaz Gil y Aureliano Cañadas con los que luego tuve la oportunidad de entablar una conversación. Cabe destacar nuestra la mentalidad dispar que teníamos Javier y yo, cuando en la rueda de preguntas me preguntó que si consideraba los cuartetos, sonetos, pareados, quintillas como un fin y no como un medio de expresión poética. Yo contesté que ese era mi estilo: "De momento soy más químico que poeta; y la diferencia entre el grafito y un diamante es la distribución de los átomos de carbono. La forma lo es todo, más que el contenido". Cada mochuelo a su olivo y que siga pensando lo que quiera y pudiere, sin embargo sé reconocer que aún soy muy joven e inexperto y cualquier consejo de personas más metidas en el ajo será bien recibido, o por lo menos agradablemente contestado.
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