La primera regla que debería tener un aspirante a artista es que él no se puede autoproclamar como tal sin pasar por un paso previo de aceptación. Más bien, tendría que esperar que su público y crítica valoraran su trabajo concediendo esta distinción a la persona. Por eso una vez visto que gente experimentada me ha dado este papel solo puedo decir que lo soy.
Todo artista precisa de una inspiración concentrada solo en entes que provocan la combustión de la chispa creativa. Una parte de esos entes son las musas, unas musas anónimas. A lo largo de mi vida claro que he tenido musas, pero como no era reconocido como artista no podía llamarlas así. Ahora me veo capacitado.
El 22 de mayo de 2012 conocí de rebote por Skype la voz... Porque solo era la voz... de una joven gallega de la misma edad y los mismos gusto que yo. Cálida, amable, simpática, graciosa, sincera, artista, inteligente... son esa clase de palabras que al lado de la oración "ella es..." no desentonarían, es más, solo ratificarían la verdad. Puede parecer banal o común, pero deberíais veros esa envidia interna que, a lo mejor, os nubla el juicio. Solo sé que el lunes que viene la conoceré en persona, que nos daremos el abrazo más emotivo del mundo de la manera más melancólica... como si nos conociéramos de toda la vida.
Ella es una de las responsables de mi cambio en la poesía y de mi futura obra.
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