Cuando vi la etiqueta de aventuras me quedé pensativo... ¿Aventuras? ¿Y qué aventura más grande en mi vida que mi primer campamento en un ciudad desconocida durante casi un mes y en el que tuve tiempo para escribir mi primer poemario y que fuera originario de todas mis posteriores aventuras? Necesitaba, supongo, dedicar una entrada como mínimo a este viaje con los pocos datos que perduran borrosos y a duras penas en mi memoria.
Mi camarada, compañero de todos mis viajes, me convenció para ir con él y con cuatro amigos más a un campamento de inglés en el desconocido pueblo de Chichester, Inglaterra. En una residencia de estudiantes, pendientes de los horarios de la lavandería y de las comidas tan tempranas y escasas, convivimos con los futboleros y los gallegos. Se me olvidaba comentar que la mayoría de los jóvenes iban a un campamento del Real Madrid, y que por motivos de cercanía con la empresa que lo organizaba, eran muchos de ellos, gallegos. Aquí comenzó mi historia en Coruña. El resto, entre los que me incluyo, simplemente íbamos a las clases.
Era una nueva sociedad... Todo original y distante de nuestra España... Tan frío y lluvioso. Esto me dio la idea de ambientar mi libro en una atmósfera medieval de princesas y caballeros. Recuerdo los imperdonables aporreamientos de puertas a las 8 de la mañana para despertarnos. Luego venía el "Good Morning" y su contestación entre dientes. Recuerdo la playa y el muelle de Brighton. Sus piedras en lugar de arena. Recuerdo el piano que desapareció sin dejar rastro. Nuestro intento amateur de Grease. Los juegos. La gran "T". La última película de Harry Potter. Londres... Oh Londres... Los amigos que hicimos y que todavía continuan contándonos sus peripecias. Y tantas cosas... No me preocupa dejarme ninguna en el tintero porque seguro que me lo acaban recordando.
Llegamos a Madrid más altos, con barbas más crecidas y con un hambre terrible. Menos mal que allí estaban las madres preparadas con sus bocadillos de chorizo y queso. Poco nos importaban los familiares y amigos que habían ido a recibirnos al aeropuerto de Barajas, solo queríamos comer.
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