miércoles, 26 de junio de 2013

No quieren que estudiemos

Si os acordáis, como premio de consolación ante esa atrocidad de Olimpiada Filosófica, me dieron un par de librillos. Empecé por "El más sabio de los atenienses" de Miguel Pérez de Laborda, una obra que habla del primer maestro del filosofar de una manera muy amena y auténtica desde los discursos platónicos y las referencias de otros discípulos. La obra empieza con el datado juicio que cayó sobre la voluntad de Sócrates. La ciudad que había amado y los "sabios" ilusos que habían descubierto su completa ignorancia, con el sistema inquisidor del maestro, condenaron a muerte a éste aludiendo la corrupción a los jóvenes, la introducción de nuevas deidades y la omisión de las ya existentes.

Un comentario de una gan amiga en el metro, de camino a recoger nuestras notas de selectividad: "Parece que los de arriba no quieren que estudiemos, nos quitan las becas, el dinero, y ponen correctores más intransigentes; todo ello para que no accedamos a la universidad". Rápidamente vi la conexión, el retroceso que estábamos sufriendo, la necesidad de los altos cargos de que nunca tengamos ideas que desbaraten sus planes, la grandiosidad de la incultura, tontuna que inunda a una sociedad iletrada y facilmente manipulable. 

Sócrates representaba el ideal de hombre sabio que hoy se mantiene, por lo que se ve, el poder siempre ha buscado lo mismo, siempre lo mismo. Pero no nos podemos quedar resignados, como estoicos existencialistas, a ver en las noticas los desastres de los estudiantes sin que nos sintamos identificados con ellos por tener un trabajo estable. Tu pensión señor mío, tendrá que ser ganada por nosotros. Ahora me veo en la obligación de que sepáis la importancia de los estudiantes.

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