Cuando uno empieza a recopilar
sabia información acerca de cómo escribir una novela no pude dejar pasar por
alto la brillante oportunidad de comentar con más emoción y énfasis, si cabe,
en la forma, otro de los libros que me consolaron en la tercera Olimpiada Filosófica
de la Comunidad de Madrid de la que alguna vez os he informado.
"Muertos
de la nada" de Fernando Claudín es una misteriosa colección de capítulos lacónicos
cuyos entresijos desvelan al lector un grupo de extraños personajes
interrelacionados, de una u otra manera, en un momento u otro. Una joven
asesinada tomando la pose de una diosa griega delante de dos hombres de ley,
así empieza. Un impacto, que no da tiempo a asimilar.
Cada capítulo rompe con el
anterior proponiendo un salto ora espacial ora temporal que nos sitúa en la
circunstancia imposible de remendar de un pasmarote que, al tratar de
aproximarse a la felicidad, cae en una espiral de muerte. La realidad es un
ácido caldo de cultivo para todo tipo de fechorías.
La comunidad del barrio de
Entrevías es una atmósfera con cabida para todo tipo de especímenes que se
precien, de todas las clases sociales posibles, con todo tipo de aspiraciones,
delitos y servidumbres a sus espaldas. Esta pluralidad enriquece la intención
de la captación de la atención del receptor, al conseguir que nos sintamos más
o menos identificados con el personaje que mejor se amolda a nuestra
personalidad.
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