
- No soporto que me miren... las zapatillas cuando me lavo los dientes...unos pianos de jengibre que hornean en la boca... me saben a sobras de ropa...
Así jugábamos a la escritura automática en un partido de tenis sin reglas aparentes donde uno escribía lo que quería hasta donde quisiera y el otro debía continuar, si gustaba, con el mismo procedimiento.
Y surgió un tema que inundaba las primeras entradas de este blog, pero que dejé relegado por completo, el Surrealismo. Es obvio que el arte se desentendió de la estética en el momento en que se convirtió en un arma comunicativa entre un emisor deseoso de expresión y un receptor conmovido en la manera que pretendía el artista más que por el gusto a las bellas formas, por el conceptualismo subyacente; dejando en un segundo plano la calidad visual, podríamos decir, ante el evidente fracaso del intento de integración del postmodernismo en la vida cotidiana. Pero eso es algo que quiero investigar por mi cuenta más adelante.
Debatimos en tal caso la simpleza de los que se llaman surrealistas y abstractos, escribiendo cosas que cualquiera podría escribir investigando su valor. Ella escribió:
La alambrada de cartón de la ciudad se deteriora sobre los cantos dorados que presionan el suelo de hierro rajando las ramificaciones de la crudeza que anida sobre nidos de lino verde...
Y, tal vez, un incauto crítico que no viera ni el ejercicio de escritura aleatoria ni el firmante del texto, cabiendo la posibilidad de pertenecer a un grande, podría aventurarse a trazar relaciones de materiales de construcción con la vida confrontada entre el mundo rural y urbano, se me ocurre, pensando que el poema ha de tener obligatoriamente un sentido, y por ende, un valor. Puede que nada tenga sentido en el arte y la estética, que todo sea relativo y nadie tenga la potestad de establecer un decálogo de criterios para la percepción de lo bello. O puede que esté ante un portento desconocido de la lírica... De nada estoy seguro, y solo me limito a recordar la experiencia para haceros reflexionar racionalmente acerca del real valor del arte y la ausencia actual de artistas reconocidos. Nada más.
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