Anticiparse es demostrar al adversario psicológico que sus pensamientos quedan rebajados al nivel de la mediocridad, pues nos engañaríamos a nosotros mismos si no reconociéramos que en cada momento, en cada circunstancia, no tratamos de responder de la manera más perfecta posible. Elegir una contestación u otra implica haber hecho un previo cálculo de la cantiad de perfección. Nuestra unidad de medida de la perfección somos egoístamente nosotros y si alguien desbarata nuestras ideas anticipándose a ellas caemos en la desolación de la discapacidad verbal al contemplar impotentes que nuestro más alto grado de complejidad es conseguido sin esfuerzo por la otra persona.
Sin embargo, el gran problema de una eficaz previsión recae en la imposibilidad de adivinar el futuro, esto es, que para poder imaginar los acontecimientos que aún no han ocurrido solo podemos recurrir a la experiencia del pasado y por tanto no podemos asegurar, como diría Hume, que esa asociación no necesaria de causa y efecto abstraida de las impresiones internas del hábito y la continuidad se repita en el futuro. Hay teorías como la teoría del caos que estudian esas pequeñas perturbaciones imperceptibles que lo acaban cambiando todo. Así pues para anticiparos al pensamiento y respuesta de una persona no basta con analizar todo lo acontecido y comentado con ésta, sino que hay que valorar también la posibilidad del caos y la sorpresa así como hacer el cálculo basándonos en la estadística de lo más probable.
Pero oldvidad estas palabras... No tienen sentido. Como bien me dijo Candela Martín Guzmán necesito ser más humilde y aceptar que no lo puedo llegar a saberlo todo, que hay cosas que nunca sabremos y es lo único que importa.
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