domingo, 11 de agosto de 2013

EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO

Pues era verdad, lo que tantas veces decía mi profesora de fiilosofía: "Ortega debería darse en primero de Bachillerato, ¡con lo sencillito que es!" Seguramente porque es español y conocía nuestro modesto nivel intelectual. No quería que a comienzos del siglo XX, con las tasas más elevadas de analfabetismo en la Europa cansada, sufrieramos una conmoción cerebral con tanto circunloquio.

Un texto conciso que traslada el problema de la realidad al campo de visión del hombre de aquella época. un hombre que no se basata con la aceptación de una única postura filosófica, sino que necesita vencer las montañas teóricas contrapuestas para erigirse en la cima y ver todo con suma claridad. Enfrentadas quedan para el hombre de nuestro tiempo, por tanto, el relativismo que anula la razón para centrarse exclusivamente en la vida; y el racionalismo que abandona la vida para refugiarse gozosamente en la abstracción de las ideas. Ante ellas Ortega propone una nueva visión, el raciovitalismo, que conviene una cultura biológica donde ambos poderes, cultura y vida, no se someten entre sí de forma excluyente, sino que entablan una complementariedad que logra poner fin a toda discusión.

El texto también tantea el tema de las generaciones, el problema de la actitud de la nueva generación germinante en la historia. Por un lado su disposición espiritual para albergar y acoger los valores de sus progenitores como parte profunda de su conciencia, por otro, su autoproclamación del título de individuo distante para renovar ampliamente las creencias pretéritas e incontestables de sus ancestros para llevar a cabo una genuina revolución, porque simplemente no vienen dadas las directrices por su razón.

Cabe también mencionar el último de los apéndices de esta obra, una interpretación filosófica de las implicaciones de la reciente, en aquel momento, teoría de la relatividad de Einstein, donde queda perfectamente integrado el perspectivismo de Ortega, que no subjetivismo.

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