martes, 13 de agosto de 2013

La poesía de la experiencia


¡Otra sección al canto! Las tendencias poéticas de la historia para tratar de responder a una pregunta. ¿Dónde se esconde la poesía en nuestros días?

Un novedoso estilo artístico, por reacción ante la evidente infecundidad de los productos ya caducos del pasado, se plantea firmemente solo cuando las bases han cogido sus palomitas con mantequilla y se han sentado cómodamente a presenciar el espectáculo de fondo. La llamada poesía de la experiencia, en ausencia del culturalismo vital de los Novísimos y en renuncia a esa poesía tan extremadamente saturada de conciencia social de la España de los cincuenta, nació y se reprodujo hasta nuestros días en un clima libre de opresión franquista. La democracia había llegado, los viajes a lugares "peligrosos" eran permitidos, la censura inexistente y la vida era continuamente bombardeada por la invención y la aparición de nuevos artefactos. ¡Aquellos años ochenta!

El trazo de la posmodernidad, la caída de las ideas trascendentales que se erigían como valores absolutos e inamovibles sostenes del pensamiento, trajo la visión de una realidad que solo podía retratarse desde la experiencia individual.Cada ser desde su perspectiva recibe pasivamente los bocetos empíricos de la circunstancia de su contorno e imprime sobre ellos su personal sello interpretartivo. Así, desde los elementos comunes y cotidianos se escriben magistrales secuencias de reflexión donde el poeta translada su grito, no tan íntimamente desaforado como en caso romántico, a una voz poética que hace de sujeto referencial. El intento último de conexión con el público perdido hace volcar todo esfuerzo en la ligereza de la palabra, la conversión al aséptico léxico coloquial.

Muchos de los poetas que conozco en persona pertenecen a esta rama, y envidio su particular forma de ver esencialmente la poesía. Será que yo soy muy joven, y no tengo la experiencia suficiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario