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jueves, 15 de octubre de 2015

RIZOMA

Hace ya años sorprendí -o acaso fui yo el más sobresaltado- en un vagón de metro a mi profesora de filosofía con la capucha de una estilográfica entre dientes y anotando su libreta con emanaciones seguramente extraídas del libro sostenido entre sus muslos de gorrión. De tal encuentro surgió una recomendación que solo ahora entiendo cómo puede dar soporte a lo que ya pensaba: una lectura desenfada y poéticamente convulsa de Rizoma -escrito por Gilles Deleuze y Félix Guattari-.

Rizoma es poesía como multiplicidad inigualable, punto medio del crecimiento de la hierba visionada a este lado del Atlántico y tangencia de toda función lingüística sin mesetas. El árbol de la vida tiene salvoconductos -víricos, fundamentalmente, de rama a rama y a rama,- que dificultan la asignación filogenética de las categorías o especímenes. Que todo solape por la imagen de pensamiento y el nivel de sensación que desbordan las palabras es suficiente para que nosotros, insectos redondos, devoremos con definición las raíces de este tronco hueco y adorado que aparentemente nos cobija; si nos urge la verdad. ¿Cómo uno elige descarriar hacia lo uno y lo otro si todas las veces tenía los pies entre las vías de una comunicación abandonada?

Rizoma es aplicar presión a un punto y saber cómo se transfigura en tenues líneas siempre conectadas con el resto de dimensiones, alcanzar el centro de las cosas por su sombra o pestilencia y predecir lo que deja la realidad por conocer. No arranquemos el cuajo del arbusto del Bien y el Mal como niños de Nietzsche, como Rimbaucitos recién salidos del infierno, como Humanos que saben la verdad sobre las nubes; pensemos simplemente que es posible y que al final, nos habremos sentido en alguna opinión sobre este mundo sin realeza.

jueves, 16 de julio de 2015

A quienes canse la poesía por abstrusa

A quienes me han confesado que el epicentro de su desafección por la poesía se debate en términos del desentendimiento:

El primer y más hondo error sería considerar que, sin autoengaño, la emoción más vibrante no puede habitar la expresión incomprensible (por darse en un lenguaje que no caminamos) y exigir que deba haber necesariamente explicación en la degustación y en el sabor más misterioso y agradable que nos devore.

No creo sinceramente que nadie que escuche el cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven (movimiento magno y coral) haga permanecer su espíritu completamente imperturbable, con independencia de comprender el alemán decimonónico de Schiller. Para muchos, esto nos revela que la perforación del alma se aleja mucho de la académica interpretación de un texto en tanto que su entorno de desenvoltura (la orquesta, para el caso) ofrece un nivel de sensación superior. Análogamente viven nuestros poemas, radicando la diferencia en que el lenguaje utilizado aparentemente es comprensible por constituirse de palabras y formas similares a las cotidianas de nuestra comunicación. Este es el segundo y derivado error que nos involucra.

Nos duele no descubrir la verdad de algo manifestado en símbolos conocidos. Sería un gran avance entender que un "buen y críptico" poema puede producir igualmente grandes sensaciones al ser el lenguaje poético tan distinto (para un inepto en idiomas como yo) del castellano escrito, como éste del alemán romántico. Todo recaerá, por tanto, en lo abierta que llevemos tal día la sensibilidad, como ya dije, sin caer en la "automentira".

Para la música y letra, en inglés y alemán:


lunes, 3 de marzo de 2014

La visión filosófica de F. Waissman

File:Auguste Rodin - Grubleren 2005-02.jpgLa vida es demasiado compendiosa como para perder un tiempo inexistente, que no tenemos, en el ofrecimiento de una verdad liviana y nada concreta mientras no se resuelven los grandes desmanes del globo. El sincretismo lingüístico busca conciliar todas las doctrinas del pensamiento en las pocas palabras que transmitan, en sumo grado, el mismo nivel de sensación. ¿Cómo se resume todo en una palabra? Metafilosofía es saber por qué pensamos.

¿Qué es Filosofía? Acaso una danza de muertos antiguos que perviven como astillas en la horma de un zapato, técnico de laboratorio. Una razón venenosa para asesinar a los sabios, amar el mismo amar en su esplendor erótico y griego, la turbia sensación de incomprensión total y carnicera, las tres preguntas, el eterno drama de Whitman, la resolución que nunca empezó nadie y que acabará escurriéndose por el lomo de una sierpe seseante de silencio, el olvido. 

Weissmann decía que filosofía, sin artilugios melodramáticos y metafóricos, era visión. Visión en el sentido de horadar los caminos tradicionales y castizos para desterrar los viejos prejuicios y aventurar un nuevo paisaje más amplio, plantearse la renuncia a todo lo anterior, cuestionarse la vida. Abandonar un camino, ya raído por nuestras huellas, es un ejercicio terriblemente difícil de admisión de la torpeza vital, un valor de renuncia a nuestra intelectual supremacía, el descubrimiento de nuestra mentira equivocada y la disposición de cambio. Filosofía es mirar al cielo y permanecer callado.

martes, 27 de agosto de 2013

Eres como el perro del hortelano, ni comes ni dejas comer

Es curioso que solo al detenernos un segundo para estudiar los caminos enraizados de la intuición, que tanto tenemos instalada involuntariamente en nuestra sesera, ya con la hipoteca pagada, ahorrando ingentes cantidades de tiempo a las especies supervivientes ansiosas de respuesta; percatamos su explicación primigenia, calmamos la sed de intranquilidad cognoscible. Me detengo pues en el dicho "Eres como el perro del hortelano, ni comes ni dejas comer".
                                                  
La literatura del Siglo de Oro también infringe, no daño, sino capacidad expresiva al arraigado refranero español que tanto utilizamos. Lope de Vega utilizó este símil como explicación resumida a ese comportamiento celosamente territorial de resguardo protector de la persona que nos importa y que tenemos a disposición. A la par que se impide todo tipo de acercamiento potencialmente peligroso para nuestro ser amado, no acometemos clase alguna de intento pretencioso de consecución sentimental. Hasta tal punto tiene que ser verdadero, que esta comparación se sigue utilizando siglos después.

Un tuso defendiendo un huerto cumple estas condiciones extrapoladas a la figura de actuación. Es decir, los perros, por lo general, no disponen de un comportamiento naturalmente vegetariano y por eso no cabe esperar que arranquen las hortalizas de la tierra a mordiscos, de la misma manera que como guardianes instintivos llevarán a cabo un estruendoso repertorio de ladridos y fieros gruñidos contra toda aquella presencia que sea susceptible de presentar cierto grado de amenaza para las plantas.

Y aquí es donde entra en juego cada conciencia, con las esperanzas puestas en el encuentro con la propia felicidad a través de la realización personal del individuo del que se está enamorado, es decir, si finalmente decidimos comernos las plantas, nutrirnos de ellas habiendo la posibilidad de destrucción o abandonar el cultivo dejando a la suerte que las alimañas acaben o no con los vegetales.

sábado, 10 de agosto de 2013

¿Hombre derrotado o vencido?

Recuerdo perfectamente las páginas rosas de mis libros de Lengua y Literatura, siempre, al final de cada tema. Suponían la llegada de los temidos ejercicios de vocabulario recetados de un solo grito deontológico por nuestra profesora, indiferentemente de las peticiones de la clase por un protector digestivo que nos redujera la acidez por tal empacho de ejercicios. Decíamos "¡Sádica!", decimos"Oye, pues que maja fue la seño Pepita".

Ayer me vino a la mente más que nunca esa inquietud por la estricta significación del concepto cuando en la tertulia se perfiló la silueta de un hombre bien derrotado, bien vencido. No soy mucho de letras, pero sí de pensar. Siempre he confiado plenamente en la evidencia de lo realmente práctico, y si en la lengua española tenemos dos palabras diferentes habrá razón de ello, pues pensar lo contrario contradiría el principio de economía del lenguaje.(tan necesario en los sistemas termodinámicos de hoy y de mañana).

Pronto las voces se calentaron con las primeras intuiciones personales emanadas de ese hábito de adaptar inconscientemente el oído a los juicios que más nos convienen, que más nos aprueban y que menos nos corrigen las autoridades. Tras la criba experimental de cada uno despuntaban titubeantes las primeras ideas, muy sólidas y críticas en apariencia, pero sin llegar a consenso por los allí presentes. Y como yo soy un chico metódicamente analítico con la realidad y el símbolo, oye, pues me he propuesto investigar tal asunto que creo que os puede interesar. (¡A fe no me gana nadie!)

El principio de verdad basado en la autoridad puede llegar a mover montañas, más si esta autoridad recae sobre un presidente y la montaña se interpone a la ampliación de una nueva autopista. Acudo a la RAE y a su diccionario. Presento ordenadamente las acepciones de cada una y ofrezco la que creo mi respuesta.




derrotar.

(De derrota).

1. tr. Disipar, romper, destrozar hacienda, muebles o vestidos.

2. tr. Destruir, arruinar a alguien en la salud o en los bienes.

3. tr. Vencer o ganar en enfrentamientos cotidianos.

4. tr. Mil. Vencer y hacer huir con desorden al ejército contrario.

5. intr. Taurom. Dar derrotes.

6. prnl. Dicho de una embarcación: Apartarse de su rumbo originario.




vencer.

(Del lat. vincĕre).

1. tr. Sujetar, derrotar o rendir al enemigo.

2. tr. Dicho de las cosas físicas o morales a cuya fuerza resiste difícilmente la naturaleza: Rendir a alguien. Vencer a alguien el sueño. Vencerle el dolor, la pasión. U. t. c. prnl.

3. tr. Aventajarse o salir preferido, o exceder en algún concepto, en competencia o comparación con alguien.

4. tr. Sujetar o rendir las pasiones y afectos, reduciéndolos a la razón.

5. tr. Superar las dificultades o estorbos, obrando contra ellos.

6. tr. Dicho de una cosa, incluso inmaterial: Prevalecer sobre otra.

7. tr. Dicho de una persona: Atraer o reducir a otra de modo que siga su dictamen o deseo.

8. tr. Sufrir, llevar con paciencia y constancia un dolor, trabajo o calamidad.

9. tr. Subir, montar o superar la altura o aspereza de un sitio o camino.

10. tr. Ladear, torcer o inclinar algo. U. m. c. prnl.

11. intr. Dicho de un término o de un plazo: Cumplirse.

12. intr. Dicho de un contrato: Terminar o perder su fuerza obligatoria por cumplirse la condición o el plazo en él fijados.

13. intr. Dicho de una deuda u otra obligación: Hacerse exigible por haberse cumplido la condición o el plazo necesarios para ello.

14. intr. Dicho de una persona: Salir con el intento deseado, en contienda física o moral, disputa o pleito.

15. intr. Refrenar o reprimir los ímpetus del genio o de la pasión. U. t. c. prnl.



Es indispensable partir de la igualdad de condiciones, y la tenemos. Dos participios de los que solo vamos a tomar su naturaleza calificativa derivados de dos verbos, podríamos decir, de actuación. Primero debemos amoldar la esencia de cada una de las definiciones a un hombre que pasivamente las recibe, en tanto que provoque en nosotros la noción a la que se aspira de sumisión, tristeza, pérdida e inferioridad. Una vez seleccionado al caso las acepciones a las que nos referimos con un hombre derrotado/vencido, observamos su conexión, sus semejanzas y los pequeños matices que las hacen más específicas en un contexto u otro.

Si nos ceñimos, así, a la dimensión humana de la derrota nos queda un hombre cuyos bienes, presumiblemente materiales, y salud han sido destruidos, arruinados por alguien. Un hombre derrotado es un hombre que lo ha perdido todo.

Atrás quedan los significados guerreros que incluyen el verbo vencer, y que aluden a una victoria ya sea cotidiana en forma de jaque mate, o militarmente decisiva en el caso de Trafalgar. Tal vez, y esto es puro subjetivismo, la suciedad sonora de la palabra, que se traba con la "r" doble, incorpore connotavitamente a "derrotar" un acercamiento a palabras violentas como garrote, guerra, derrumbar o arrastrar. Es decir "derrota" y venirme a la mente algún cuadro fracasado que plasma un campo de batalla oscuro y silencioso con los cañones aún humeantes.

Pero "vencer" no se queda corto. Como una columna griega retorcida circularmente hasta hacer coincidir la basa con el capitel, que se sostiene por sí sola levitando fantasmalmente de forma inexplicable; vencer se puede definir a partir de derrotar y derrotar a partir de vencer.(Cosas mías de que infinito es igual a cero). Compruébese en la tercera y primera acepción de cada palabra.

Pero leyendo detenidamente las acepciones de "vencer" percibo una nueva aurora espiritual que envuelve al término. "vencido por el dolor". Ya no parece tratarse de una destrucción material sino inmaterial. Las pasiones no parecen ser derrotadas, sino vencidas por la razón. La sexta acepción añade la particularidad de la superioridad de dos entidades, la séptima implica cierta sumisión de la voluntad, la decimocuarta victoria física e intelectual y la octava, mi favorita, esclarece el significado más agudo que le podamos conferir. Un hombre vencido es aquel que arrastra pacientemente una dolorosa losa intangible.

También cabe destacar la repercusión que tiene los valores económicos y administrativos de "vencer". Me explico:

Derrotar es a la derrota derrotada como vencer es al vencimiento vencido

Sin embargo, por lo menos a mí me pasa, soy incapaz de relacionar correctamente vencimiento como lo que debería ser, el acto de vencer o ser vencido, pues en mi mente con tanta crisis solo hay números rojos y fastidiosas facturas.

Pero lo expuesto hasta ahora son solo habladurías, somos dueños y señores de la lengua y podemos hacer lo que nos dé la real gana. Quién no puede personificar la nostalgia en un gran maestro ruso del ajedrez y hacer que gane nuestra partida en una guerra tan bestial y despiadada como lo es una partida de ajedrez, para más tarde apropiarse de todos nuestros enseres. Se me ocurre:


La nostalgia, esta vez,

se llamaba Gary Kasparov.

Arruinó todos mis collares

por un movimiento etéreo.



Al fin me convertí

en un hombre derrotado (vencido)