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lunes, 12 de octubre de 2015

A ver si funciona

Me niego, en creencia y a mí mismo, que podamos asimilar erróneas ideas -que las hay cuando te autoengañan- si te ves envuelto en ellas más de veinte días. Seguiré siendo abstemio, me reitero, porque no me gustan ni la amargura, ni la perturbación cognitiva, ni la facilidad visionaria que disfrutaron algunos de mis admirados poetas. Seguiré aceptando también que Amor es una forma fuerte de existencia, a pesar de las desventuras de mi entorno.

Como diría Heráclito: "lo único constante es el cambio" y es natural -además de necesaria- la crisis del paradigma cada cierto tiempo. A veces es la ciencia la agraciada y se enriquece y ramifica, a veces es la moral de cada uno la zarandeada y es aquí donde empiezan los conflictos personales y generacionales.

Dejamos de entablar relaciones sentimentales con los ojos y manos puestos en su mantenimiento y pulido, para pasar a intentar contactos hedonistas "a ver si funcionan" -algo mucho más vago y sencillo, pero más inmediatamente placentero-. Sería un error utilizar esta libertad de sentimiento sin la responsabilidad que conlleva preocuparse por la sensibilidad de quien nos acompaña; sin el propósito de trazar juntos un camino, aunque sea el más problemático y difícil de resolver, acabe donde acabe.


¿Acaso eran tiempos de mayor atadura y consentimiento? ¿Eran otros tiempos de miedo a perder la honra o algo peor? ¿Es la nueva era una completa equivocación desprovista de autoridad? Será que soy una reliquia, que me gustan otras épocas, que leer "Un mundo feliz" me cambió la vida... pero no puedo negarme que soy el producto de una relación construida desde el amor más verdadero que he encontrado. Mis padres, dentro de una semana, llevarán 35 años de matrimonio.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Juré mantener el romanticismo

Ayer, en la fiesta reencuentro con mis antiguos compañeros del colegio crucé impresiones con dos amigas a las que tengo en gran estima con las que, allá por el mayo de 2011 en el viaje de fin de curso, firmé de palabra un juramento para mantener el romanticismo sentimental que actualmente en grave decadencia discurre por las endiabladas estratagemas del cortejo contemporáneo; alocado y no razonado comedidamente por la mente de los jóvenes deseosos exclusivamente de lívido, al margen como veo, de la integridad y dignidad del sujeto que se pretende. 

El romanticismo se está perdiendo, objetivamente, entendido como la aurora que envuelve a los pulcros amantes que prescinden de realmente la falsa carantoña banal y trascienden en la completa entrega, el detalle sorprendente y la estética de los cuerpos. Cursilerías, y me anticipo a tu pensamiento, solo así apuras la crítica, sujeto falto de voluntad verdadera. 

El sistema social ha sido rediseñado para anquilosar toda aquella forma de conducta humana que no produzca enriquecimiento económico. Muñecos, tropeles del consumismo desmedido ausentes de significado, ignorantes vagan sin remedio ni salvación por las calles completamente carentes de afecto y emotividad.

Más de muchas locuras habré llevado a cabo por este motivo... Una vez me llamaron "caja de sorpresas". Llamad a todos los telefonillos, cantad su canción preferida, remad a viento y marejada, retratad, bailad y que no se os olvide la sonrisa. ¿Os apuntáis al pacto?

lunes, 16 de diciembre de 2013

El fantasma. Capítulo I

Esta vez, el joven caballero no tenía necesidad de acudir a la botica a por remedios varios para aliviar su maltrecho abdomen, el motivo era otro; por eso se limitó a ojear desde dentro del local, embozado en su sombrero de copa y bastón de ébano, la calle a través de los vidrios mugrientos de la farmacia.

Una vuelta al reloj de bolsillo, un baile flotante por los alrededores de invierno ante la indiferente mirada de los ciudadanos, todos para él ahora desconocidos; vive deteniendo el tiempo, obseso con la sensación drogadicta de amar a quien roza el ojal de su chaqueta con cada beso vertido en otra boca que no es la suya. No hay marcha fúnebre tan angosta en el piano del sueño que pueda musicalizar el horror de su vientre, que asciende poco a poco hasta culminar en la saliva y el gaznate ronco.

Desde aquí se ve la entrada de su casa aderezada con macetas de fresa y azucena. Vuelve a toser, esputa rojo en su pañuelo y mira su reloj. "Faltan 30 segundos..." se dice. La calle cenicienta reserva sus mejores pisadas para los botines almibarados de la premonición de un lucero tallado a raíz del corazón de la porcelana.

Aparece, el imbécil se gira disimuladamente, tirita, doma el volumen de dolor que brota de los vasos sangrientos, rompe a llorar, se vuelve... Ya no está, se ha esfumado; es lo que tiene ser un fantasma, solo se desvanece uno cuando lo olvidan.

Tranquilos, ella volverá a casa.

viernes, 29 de noviembre de 2013

La última carta

Ocho menos diez... Ahí es cuando mi vaguear empieza a desperezarse entre refunfuños, las piernas recobran lentamente el impulso para emborrachar con un colutorio azul mis encías y me da por acicalarme con ungüentos varios. Siempre la misma colonia, en el mismo sitio; sobre un cuaderno de bolsillo cara dura negro descuajeringado en la intersección de todas las hojas; la confidente tela de araña donde volqué despreocupadamente mi torrente de pensamientos e ilusiones amorosas durante el verano.

Ya cogido el cercanías volví a releer las páginas que una vez escribí con la conciencia tranquila por la imborrable literatura del pasado grabada a puño y desenvoltura caligráfica a través de esa itálica manía de adelantarme al punto final. Trato de avisarme a mí mismo sobre qué hacer cuando dejara de pensar en el rumor de las tibias caricias que oculta un juego de sábanas nuevo, cuando dejara de amar tal vez. Me impongo que siga, a pesar de todo, creyendo que tal vez solo ha habido una pregunta a la que nunca me contestará con una oportunidad.

Una desconocida alusión a la gloria de calentar la mejilla en un vientre femenino se convierte en un motivo de autoengaño y mentira, por ser aún demasiado inmaduro. Solo apremiando el egocentrismo puedo salvar la dificultad de amar a alguien que no me puede amar en este camino... Al menos, eso es lo que dije allá por septiembre, cuando escribí mi última carta.

sábado, 26 de octubre de 2013

Sinsentido Camusiano

Una absurda baratija de quienes, joyeros tercos e ilusos, pusieron en el escaparate del universo un cubo huero con un precio por encima de sus posibilidades. Así, una vida carente de vigor trascendente ha sido mimetizada con la eternidad de las deidades que se regocijan en el real sentido de las cosas, por la plática de los entrados en el tema de la curación. Nacemos, nos inculcan el valor de la pregunta, somos incapaces de hallar respuesta y trasvasamos nuestras dudas más horribles a los hijos que las sumarán a las suyas. Un problema cíclico e imparable de desesperación que no se resuelve.

Estoicismo es soportar infelizmente la hendidura en el pecho pesimista, que no se jacta de quienes ven el lloriqueo pueril, la excusa infantiloide, el quejica que se anticipa a tus pensamientos. Cuando roto tu esquema ves impotente el hallazgo de un ascenso a la fama y conocimiento, tu motivo vital, la nube de piedra de las metas y objetivos se disuelve, te hace plantear si realmente alguna vez existió esa isla de la memoria que se inunda en el océano del misterio.

Cuando uno construye su propia alienación, todas las miradas que juzgaban críticamente las actitudes de oveja te traicionan en el espejo. No saber quién eres, no saber si ellos saben quién eres, lo que están haciendo ellos con ella, lo que está haciendo ella, el compendio trágico de la ignorancia y la totipotencia de situaciones. Con mi zona de confort hundida, mi identidad, anegada no conoce más lugares que su mismo centro y por ello, no se mueve, permanece absorta.

sábado, 19 de octubre de 2013

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Y como siempre, cualquier tiempo pasado fue mejor. Cualquier tiempo en el que vomitar el desconsuelo desgarrador de la excusa y la imposibilidad de cambio presente. El incómodo acecho constante e implacable de la tortura mental, por muy leve y compendioso que sea, siempre nos hará echar la vista atrás en busca solo de los recuerdos que buenamente nos hacen olvidar los problemas del instante. La proporcionalidad distancia-distorsión es evidente. A mayor lejanía temporal las islas de nuestra intrahistoria florecen sus palmeras más brillantes dejando en sombra la memoria dubitativa.

Caemos, anulados por el olor tedioso de la almohada limpia, en esos pasadizos del laberinto que pueden traernos fisiológicamente una cascada de reacciones emocionales tan duras y secas como si fueran vividas en la realidad. Pero la droga, la química analgésica que alquimistas nosotros autosintetizamos para no sentir nada, perece; trayendo su abstinencia una caía celeste que a unos mata y a otros deja tan doloridos que no tienen  más que repetir el proceso de intoxicación con otra dosis superior; enalteciendo las probabilidades de destrucción.

Dejar en el olvido, los seres que más nos han deñado, solo tarea de dioses. Un intento, escribir esta entrada donde quiero dejar recordad la parte de mi aún por construir vida llena de la única miseria que me sigue batiendo en duelo. ¡Púdrete! Tan sencillo es para mí revivir los momentos de sensación de pura felicidad conversacional como solo ver en ti la barbarie de tu actitud.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Espera sentado, donde habita el olvido

Donde habite el olvido... Unidad pletórica en sí, segmento autárquico de la rima LXVI de Gustavo Adolfo Bécquer que acabaría titulando una de las obras más celebradas del maestro del 27, Luis Cernuda. Tal es mi fascinación por este lugar, este paraje deshabitado de almas perforadas que alguna vez prometieron responsablemente librar del mal al mundo, que me siento obligado a adentrar este universo con la seguridad invisible de una confesión a la luz del vientre albo de la luna.

Cada día, la cuenta atrás hace volcar en mí el precipicio del tiempo hasta que me quedo dormido. Solo ciertas veces, o bien por la mañana, o bien por el sueño; un aire fresco disipa mi angustia obtusa, brinda el consuelo a mi memoria por el estrépito de un disparo sobre su semblante mental, hace olvidar que la amo y me propicia ganancia de poder vivir sin ella disfrutando a distancia de su sonrisa en los dientes de otro hombre, mucho más hombre que yo. El viento que se lleva las palabras es el mismo que me asciende etéreo más allá del cosmos. Cuando tirita la epidermis y dilatan las pupilas, alcanzo en hondo sentimiento el más profundo estado de pura felicidad autosuficiente al comprobar que respiro, sin necesidad de pensar en sus labios.

Pero tan pronto acude mi bálsamo diario, la nube del olvido explosiona en una sopa sulfúrica que me devuelve a las entrañas del fango más espeso donde caigo cada vez más profundamente muerto y me es más difícil salir. Podré seguir mientras llegue ese lábil huracán blanco para recoger mi cadáver y llevarlo allí, donde habite el olvido.

viernes, 20 de septiembre de 2013

¡No me hables que me das asco!

Resolvemos convulsiones de la más amarga forma posible para la persona ajena completamente a nuestra vida repudiando su extensa dignidad, por desprecio sistemáticamente biológico a quien no nos confiere una ventaja a nuestra supervivencia, por el espíritu de la contradicción, por el requisito emancipador del miedo a lo desconocido y a las catastróficas repercusiones sobre nuestro estado de bienestar momentáneo. No nos acercamos a las babas de un caracol que se arrastra hacia nosotros y esconde los ojos cuando lo miramos.

La asquerosidad aneja a nuestro comportamiento no solidario e individualista, a veces se manifiesta de muy pintorescas maneras. El desprecio intrínseco al odio se agita entre los dedos de una mujer que no quiere hablar más porque la cota de producción de palabras ha sido cumplida con creces y el empresario burgués que la gobierna no requiere más sus servicios de ayuda psicológica. La negativa de un bálsamo para el mártir silencioso que se refugia en el plano de separación entre la sobra y el suelo. El instinto reprimido por la autoridad, por ser lo que creo que no deben ser los seres humanos, la aceptación del destino y su consecuente ejecución. Yo mismo cuando no soporto que alguien se enamore de mí, porque solo yo puedo decidir vivir completamente solo, hacerme el sáxeo, el diamante irrompible y ver como lo intenta mortíferamente.

He pedido siempre una oportunidad, pero la primera persona que no la otorga soy yo, lo que me convierte en un desacreditado seudónimo de intelectual que cínicamente lleva a sus oídos las palabras que deseo que otras personas hagan suyas, tal vez, para que te hagan cambiar.

sábado, 14 de septiembre de 2013

El beso

Somos máquinas quienes solo soñamos con los besos de una entidad numérica. Así la imaginación me hizo, esta noche, evocar tal encuentro de labios en el centro del universo, donde allí, una vez comenzó todo, una extremadamente viva explosión de magnitudes naturales. La cita de la fuerza, el rastreo de la lengua por las hendiduras y pliegues de la piel más lábil del cuerpo, la compartición de pensamientos sin saber si los ojos están cerrados, la duda del cuándo saber parar, el disfrute de lo impredecible y el compromiso social de respeto por las normas tradicionales de cómo se da un buen primer beso.

Una de las novatadas más insistentes y puñeteras, el empuje de la crisma cuando uno está escuchando no sus palabras sinfónicamente armónicas, sino la llama que vibra con tanta fuerza elástica que haría reverberar a todo corazón de piedra granítica que se precie. Amor que se manifiesta como una maravillosa infestación parásita de incredulidad, desenfreno e instinto que brota lágrima sobre las zarzas del cabello erizado. O bien tanta decisión se resuelve así misma con un guantazo de azul turquí bajo la luna sonrisa, o bien no pasa nada, el tiempo se va de copas, firma un contrato con el proveedor de las luces del cielo e ilumina la existencia durante los débiles segundos inexpugnables que dure el apareamiento de las bocas. Y aún así, si retiras la carta, el juego comienza con una apuesta tremendista, todo o nada. El todo, quedar otro día; la nada, lacrar las comisuras para siempre, hasta que vuelva a abrir el futuro con un cartel de se vende y ese roce tan increíble no tenga sentido.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Odio a los mártires que nos aman

Recuerdo mi paso por secundaria, como el escalón transitorio que distaba la mediocridad intelectual conformista con la más apasionante de las inquietudes sin contestación, ¿Qué es el hombre? A la mente me vienen las páginas de ese primer contacto con la Filosofía, mi libro de Ética donde, entre sus páginas resplandecientes, había una lista de principios que teníamos los seres humanos. Auténticas verdades que todos, alguna vez, hemos experimentado; como por ejemplo: "No tener responsabilidad sobre nada y el achacar la culpa al de al lado","No cumplir con el deber se deberá a una causa proporcional", "ser siempre el centro de todos los males del mundo" y mi favorita " Ser más miserable y pobre que nadie".

Y ahora atando cabos y golfos llego a la realidad humillante de la dedicación amorosa. No soportamos que alguien enamorado se desviva por nosotros, suponemos que su real objetivo es captar la atención de nuestros conocidos que nos condenarán por no haber aceptado y haber dado una oportunidad a esa persona, que se retuerce de dolor cual personaje extirpado de una novela de Víctor Hugo. No entendemos la sensación por la que forzosamente tenemos que vincular nuestra vida por completo a una persona que siempre ha estado ahí haciendo cosas por nuestro bien. Simplemente por el drama de Romeo y el principio del espíritu de la contradicción, nunca vamos a reconocer una tan poderosa razón de convencimiento que no sea efectivamente la pérdida de toda dignidad porque en esta vida creemos que hemos venido a sufrir, y solo escribir estas palabras hace reafirmarme en mi tajante posición de reflexión.

Suponemos tal nuestra grandeza que la idea de no ser libres es insoportable. Debemos ser libres para elegir el amor, y todo tipo de cortejo que se precie como una pantomima pelotera, un juego de mártires que solo quiere llamar la atención por parte de alguien cuyo foco de asquerosidad reside en sus mismos actos de acercamiento, inmediatamente se revoca a la basura del olvido y allí queda, seguro, hasta que esa persona ya no esté allí y surjan las primeras necesidades de favor por parte de la persona que estaba dispuesta a dar su piel por nosotros. Cuando sea demasiado tarde, lloraremos y nos arrepentiremos.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Mensaje para el Andrés del futuro

Creo firmemente en que los pensamientos y emociones vienen dados solo por la experiencia pasada y presente; que solo a partir de los restos de las circunstancias en los canales de Mnemosine podemos imaginar los acontecimientos futuros. Quiero decir que esta limitación de no vitalidad en el porvenir me limita a no poder especular con certeza en estos temas, pudiendo solo aventurar probables predicciones. Andrés, te habla tu yo del pasado.

Solo tú sabes si los esfuerzos y las acometidas que hemos fraguado ante la vida han dado los frutos que esperabas. Solo tú sabes si yo he tenido la culpa de tu estado de prisión metafísica donde solo puedes implorar al loquero que afloje las resistencias de la camisa de fuerza que llevas... Solo tú, mi yo del futuro. Por eso, no conociéndote, pero tú a mí sí, sabrás el porqué de estas palabras y por qué me remito a las dos posibilidades.

Deja de leer si notas bullir la sangre, entiendo que estás enfadado conmigo, a este lado de la línea temporal todo parece sencillo. Puedo dejarme de parafernalias, ya que nunca lograste alcanzar tus metas y te has convertido en un depresivo vagabundo que relee sus poemas sin cesar que no necesita consuelo de su juventud. Eres la piedra que ha dado su último salto de rana sobre el estanque de los triunfos y la dicha. Eres el canto rodado que meteoriza en el fondo de la tierra. Sin embargo, conozco nuestra potencialidad y creo firmemente que puedes remontar, ser feliz, construir lo que quieres. Pero para ello tienes que dejar de ser como lo eras a tus 18 años. Pero si lees esto hinchado de gozo, mostrando orgulloso a tus allegados los logros de tu carrera trazando la sonrisa de lóbulo a lóbulo bajo dos sonrosadas mejillas de niño pequeño, significa que eres pleno. O bien estés sacando tu grado satisfactoriamente, o tengas un trabajo en el que no te sientes alineado, o beses a una mujer que cada día te recuerda lo bella que puede ser la vida, eres, en el sentido más estricto del término, feliz.

Lo malo, que cuando leas esto, yo, el Andrés del pasado, estaré muerto y no podré resolver la duda de nuestro destino. He hecho todo lo posible, ahora solo me queda pedirte que ayudes en todo lo posible a nuestro yo del futuro siguiente, y así indefinidamente. ¡Suerte!

martes, 27 de agosto de 2013

Eres como el perro del hortelano, ni comes ni dejas comer

Es curioso que solo al detenernos un segundo para estudiar los caminos enraizados de la intuición, que tanto tenemos instalada involuntariamente en nuestra sesera, ya con la hipoteca pagada, ahorrando ingentes cantidades de tiempo a las especies supervivientes ansiosas de respuesta; percatamos su explicación primigenia, calmamos la sed de intranquilidad cognoscible. Me detengo pues en el dicho "Eres como el perro del hortelano, ni comes ni dejas comer".
                                                  
La literatura del Siglo de Oro también infringe, no daño, sino capacidad expresiva al arraigado refranero español que tanto utilizamos. Lope de Vega utilizó este símil como explicación resumida a ese comportamiento celosamente territorial de resguardo protector de la persona que nos importa y que tenemos a disposición. A la par que se impide todo tipo de acercamiento potencialmente peligroso para nuestro ser amado, no acometemos clase alguna de intento pretencioso de consecución sentimental. Hasta tal punto tiene que ser verdadero, que esta comparación se sigue utilizando siglos después.

Un tuso defendiendo un huerto cumple estas condiciones extrapoladas a la figura de actuación. Es decir, los perros, por lo general, no disponen de un comportamiento naturalmente vegetariano y por eso no cabe esperar que arranquen las hortalizas de la tierra a mordiscos, de la misma manera que como guardianes instintivos llevarán a cabo un estruendoso repertorio de ladridos y fieros gruñidos contra toda aquella presencia que sea susceptible de presentar cierto grado de amenaza para las plantas.

Y aquí es donde entra en juego cada conciencia, con las esperanzas puestas en el encuentro con la propia felicidad a través de la realización personal del individuo del que se está enamorado, es decir, si finalmente decidimos comernos las plantas, nutrirnos de ellas habiendo la posibilidad de destrucción o abandonar el cultivo dejando a la suerte que las alimañas acaben o no con los vegetales.

martes, 20 de agosto de 2013

Y seguiré llevándote la contraria

El efecto traspuesto de la cárcel del Romeo contemporáneo, como un ígneo pájaro que sobre nuestro féretro arroja delicadamente una rosa, me abofetea de lleno dejando palpitante una extraña reflexión que quiero compartir con el resto de mis vecinos cadáveres del cementerio.

Combinando varias entradas llego a una conclusión. Si no encuentro un motivo vital nuevo que me desemboque en un cambio seguiré estrictamente viviendo la misma vida día tras día, de la misma forma. Eso significa que mi concepción de amor decimonónico no tocará techo si no provoca en mí impacto alguno en forma de petición o apuñalamiento. La indiferencia y el discurrir leve de los tiempos me dejará siempre con la duda si no me corresponde, pues no sabré si amo porque no me ama o amo porque la amo, no sabré si finalmente soy el espíritu de la contradicción que tantas veces he criticado horrendamente por solo buscar un imposible adverso para luego devorar el corazón o si verdaderamente no puedo distanciarme porque me es imposible la existencia sin su conocimiento, sin su felicidad.

Lo único que sé es que solo que cabe esperar a que el crono me de una respuesta, y tener esperanza antes que miedo porque la vida me ha demostrado que así se avanza más. Pero tal es el desasosiego que maduro en mi sien cuando visiones celosas invaden el cuerpo calloso, que no sabré reaccionar ante eso que tanto temo y que nunca digo, porque sé que inevitablemente seré testigo de ello. Mi completa destrucción. No me arrepentiré de las acciones que convenientemente ejecute tras un hondo razonamiento, de la misma forma que quiero que lo hagáis, tú y todos, para que luego no venga el llanto y rechinar de dentinas almibaradas, como dije una vez y recuerdo. ¡Suerte lamentable!

domingo, 14 de julio de 2013

Síntesis: Amor (empirismo y abstracción)

La exposición de dos salas, una poéticamente sugestiva llena de trazos y colgaduras literarias de sentimientos entornados y otra bombardeada de protones y radiaciones electromagnéticas experimentalmente destinadas a la divulgación científica; que inauguré hace mucho, ya ha cerrado sus puertas. Entre tanto, varios visitantes, por distintos medios de difusión textual, han contactado conmigo y han manifestado su punto de vista al respecto; visitantes entrados enérgicamente en la materia de las pinturas de cada una de las salas.

Por preferencia y atracción al entorno, cada mochuelo fue a su olivo, y nadie percibió sensitivamente que la continuidad de las estancias, además de espacial, venía fundamentada de alguna manera por un angosto túnel que las comunicaba y que no había sido percatado por ninguno. Un término medio.

Cuando regresé para descolgar los cuadros, un punto simbólico de luz que procedía de esa oscuridad me hizo acudir y hurgar con mi mano en la profundidad del tubo. Alcancé un sobre blanco sin remitente ni destino. Había una carta mecanografiada en su interior que decía así:

Estimado ser:

Amante de la vida, yo, que he podido contemplar las dos muestras del amor, he podido tomarme el tiempo necesario para poder reflexionar tranquilo en mi ocio y ofrecerle una respuesta que puede que le satisfaga, siendo una síntesis que creo que no desbaratará ninguna de las versiones y que complementa lo tratado con las dos distintas técnicas. La virtud de Aristóteles, humildemente redactada.

Dirijo esta carta a quien pudira interesar, dejo este escrito en un hueco que solo percatará aquel que no exclusivamente mire a su alrededor más próximo, sino aquel que esté dispuesto a la aceptación de una nueva respuesta que no dogmáticamente impere y prevalezca sobre el resto de pensamientos como la toda poderosa verdad. Una idea que admita revisión en tanto que la ayuda que proporcione al descubrimiento de la realidad sea siempre beneficiosa y, en el sentido más estricto del término, sincera.

Desde los comienzos de nuestra era el ser humano se ha cuestionado acerca de ese sentimiento tan majestuoso y tan dramático que nos debasta. Quizá, hasta la llegada de la revolución científica y el mecanicismo de la ciencia, los poetas y pensadores afines fueran los únicos que plasamaran con esa retórica entrecortada y desdichada, grito eterno al cielo, esa llama que arde en su pecho y que no saben extinguir.

Puede que el desconocimiento de una causa material del motivo vital del hombre haya hecho inventar un sentimiento que falsamente relaciona lo que facilmente puede explicar la Biología y la Química. Pero puede que sea la ciencia la que haya embadurnado de sequedad un sentimiento tan puro y armonioso como el amor, altruismo en su forma más perfecta y pulcra. Tal vez hayan ocurrido ambos fenómenos simultáneamente.


Sin embargo, sea cual sea la causa de tal elemento, lo irremediable son los síntomas y emociones que se experimentan: Ruborización, nerviosismo, destinación completa, servidumbre y un obseso pensamiento de contemplación. Uno tan solo se basta con saber que se respira el mismo aroma, el mismo aire, para sentirse agraciado como ser palpitante. Una mirada a esos ojos, y descubrir que el amor es la más oculta de las razones que te impide apartar al mirada.


Caemos en la tragedia de Romeo, y nos encanta. No dejamos que comentarios imparciales de compañeros nos entorpezcan el paso firme que hayamos puesto hacia esa persona. "Ellos no me entienden" decimos, y volvemos a repetir. Nos autoconvencemos de que la máxima aspiración y perfección permanecen encerradas en ese cuerpo de belleza subjetiva, que no dejamos de imaginar. A veces, como una meta imposible, utilizamos este amor como rechazo injustificado a otras proposiciones, a lo mejor, por un terrible miedo al compromiso y al reconocimiento de la inmadurez, pero lo más probable es que en nuestra vida, por el momento, no haya más cabida para otra persona.


La gente cambia, las circusntancias también, y solo queda en la caja de Pandora, en la última de las esquinas, esa voz esperanzadora que no hace más que susurrar tenuemente "algún día". Nuestra tragedia se intensifica por completo cuando descubrimos que no somos correspondidos y la depresión es egoístamente trágica. No podemos negar que su felicidad gobierna nuestro mundo, tampoco, que queremos que forme parte de ese mundo. 

Uno mira al firmamento con templanza y dejando la mente en blanco, en ocasiones, ocurre el milagro del olvido. Un olvido momentáneo que viene ligado a un escalofrío y que se desvanece cuando su imagen reotrna a nuestra mente. El tiempo dirá si esa imagen es duradera o no, si es demasiado tarde para eliminarla del banco de recuerdos o si, como el negativo de una fotografía, ha quedado sobreimpresionada en la retina. 


Pero lo que realmente es notorio es que la evolución de nuestra vida, la madurez y la experiencia, hacen que tomemos determinados puntos de vista sobre un tema. El amor visto por un joven es románticamente exagerado, pero ¡qué quieres! Tienen energía y viveza que han de aprovechar. Algunos rezan para que se les quite, cuanto antes, esa tonteria que llevan encima.

También es cierto que podríamos considerar que efectivamente nuestro código genético nos exhorta a que dejemos un legado, una generación filial que trate de superarnos, y que la cultura del amor creada por la sociedad y la historia enmascare la bestialidad de una de las tres funciones vitales de los seres vivos, la reproducción. De nuevo, el problema de los ciclos y la anterioridad del huevo y la gallina, se plantea. Hemos creados miles de rituales de cortejo y afinidad que no siempre tienen el resultado que esperamos. Decimos y creemos superar la banalidad incomprensible de los átomos aludiendo que somos seres superiormente racionales que pueden crear nuevos valores y transformar los ya establecidos por convenio unánime dentro de un espacio y un tiempo.


Pero, claro está, las palabras ya no tienen significado cuando se está delante de esa persona y no hacemos más que cometer pequeñas tonterías. Haga, pues lo que crea más conveniente, siempre desde el respeto máximo a la dignidad del ser humano, tomando la regla de oro de la ética como primera noción a tener en cuenta y como primer punto de partida para tomar una decisión libre y responsable. Si quieres encerrarte en esa cinta de Möbius tratando de, por medio del análisis, alcazar la causa última del amor; adelante. Yo ya lo he intentado, y ha sido una pérdida de tiempo. Es demasiado doloroso saber y creer conocer que el determinismo universal rige mis acciones y que soy un pelele impotente controlado por las hormonas, me resigno y alzo mis plegarias en forma de versos para escapar de la cárcel carnal aún conociendo el poder de la Bioquímica. La ignorancia ha hecho buscar otros caminos más sencillos que perfectamente pueden aproximarse más y mejor a la verdad. 

El Amor, al margen de su causa, tiene el efecto más grandioso de todos, la vida.

Solo me queda desearle toda la suerte del mundo desde aquí, donde escribo esta carta, el vagón de tren en el que todos duermen menos yo. Sin dirección y sentido, tal vez, buscando a esa mujer en la próxima estación.

No dije nada. No hacía falta. Dejé el texto donde lo había encontrado, en la grieta que comunicaba ambas habitaciones. Reflexioné. Hice mías las palabras de mi anónimo amigo. Creí conveniente compartirlas con vosotros, porque todavía no las he entendido, y eso que hace mucho de esta anécdota.

La enfermedad de Romeo

Hacerse sentir como el ser más rastrero de la Tierra, un papel de estornudo sin valor; hacerse mostrar al mundo como el incomprendido que continúa tarde tras tarde intentando conquistar a la mujer que él cree que será la mujer de su vida, padecer de su tortuosa mirada de desprecio que ratifica la imposibilidad de vuestra compartición del tiempo... Todos estos síntomas solo pueden pertenercer a la enfermedad de Romeo.

Como nos gusta lo prohibido, la adversidad, lo difícil. La propia experiencia me confirma que solemos amar a imposibles, tal vez, como excusa para no aventurarnos a comenzar una relación plausble. Tenemos en el más alto altar su figura y la idolatramos con la consiguiente puesta en escena de todo el esfuerzo que jamás se verá recompensado. Alzamos nuestra pena de voz inquieta sobre la ferocidad del universo, para que éste responda al unísino con un "Olvídate de ella", pero sabes que eso es imposible,
seguirás con tu tragedia hasta que sea demasiado tarde, no haya vuelta atrás, y tu vida haya sido una auténtica pérdida de tiempo... ¿O es que acaso no puede ser de otra manera vista por aquellos felices que tienen entre sus brazos a la persona con la que quieren vivir? Y si alguna vez fueras, fruto de tu insistencia y entrega, glorificado con su amor; que no te extrañe que en ese mismo instante dicha persona te deje de interesar, pues el atractivo de la distancia desaparece y como consecuencia el motivo de tu gusto.

El problema más grave radica cuando nunca es correspondido este amor y en tu vida sabrás si tu interés por esa persona era exclusivamente trágico, o tal vez, y realmente sea el verdadero amor de tu vida, que has dejado pasar tras la ventana. Lo único que queda, es desear a esa persona la feliidad que tu nunca tendrás.

martes, 2 de julio de 2013

Amor abstracto

Estaba yo tan campante revisando posibles errores de homogeneidad en mis entradas más antiguas cuando me percato que dejé a medias un proyecto de investigación personal acerca del Amor. Propuse los conceptos e introducciones básicos del amor empírico y del amor abstracto, pero no apliqué lo dicho a éste último ni a un intento de síntesis. Pido disculpas. Dicho esto, vamos al caso.

Y puede que los mayores sigan mirando con recelo a los jóvenes románticos como yo que, aún no pudiendo encontrar rectificación en la incertidumbre de los destinos futuros por la falta de experiencia y los anhelos de la belleza, intuyen el amor como una fuerza misteriosa y primordial que complica las propiedades de las leyes curvas de la gravedad tetradimensional, siendo ésta última demasiado débil, en comparación, para confutar el poder de la pasión y la mirada en los ojos más hermosos de la historia.Supongo que cuando a uno le quitan todas esas barricadas hormonales y los órganos diana sanan, el cuerpo se calma con la firma de la paz, tras la revolución adolescente.

Pero más allá radica la destinación total de toda tu vida en complacer, como un esclavo, (que se queda en la salida del camino, se queda corto) a todas sus peticiones, porque no habrá de momento cosa más feliz a la que puedas aspirar que a su bienestar y a su felicidad. Una felicidad de la que puedes llegar a ser parcialmente responsable y por la que no te importa sacrificar lo que quiera que consideres más egoístamente imprescindible. Una realización como persona que solo se alcanza con su pensamiento, que también es el tuyo.

domingo, 16 de junio de 2013

La loca paradoja

Ayer resulta que a mi padre, por estar suscrito a una revista, le enviaron una doble entrada para ir a visitar el Reina Sofía y por supuesto la exposición del grandioso Salvador Dalí. A mí, como sabéis, me encanta divagar sobre el surrealismo y sus contradictorias reglas, que las tiene, como todo arte. Resulta que una de las citas más famosas del polimorfo catalán es: "La única diferencia entre un loco y yo, es que el loco cree que no lo está, mientras yo sé que lo estoy", y me hizo recapacitar en uno de los pensamientos intuitivos que llevaba dentro, que tantas veces he tratado de verbalizar y que siempre he visto en la conducta de los seres humanos y que viene relacionado con la intención de ser plenamente perfectos.

¿Cómo uno puede darse a justificación si al hacerlo, se niega así mismo porque lo que le acontece es injustificable? ¿Cómo un loco puede librarse de la locura si al hacerlo no hace más que ratificarse así mismo como enajenado mental, por considerarse que éste, en sí, es incapaz de ver la realidad y por tanto todo lo que diga se va a categorizar como mentira?

Se convierte así en una cadena de tortura de la que no se puede escapar, una losa, un grillete que se superpone a la voluntad y minimiza todo intento de ser entendido, originándose así la llamada saga de los incomprendidos. Todos los seres humanos tenemos algo de egocéntricos, es natural. Consideramos nuestras opiniones las válidas, nuestras decisiones las correctas y nuestros valores los universalmente aceptados, y solo muy de vez en cuando aparecen la aceptación de la culpa y lo erróneo. Es una terrible maldición que se adueña de las almas de los jóvenes enamorados que no se pueden justificar sin caer en el aborrecimiento por parte del ser amado. Y nunca caerá la breva, ni permitiré que se considere esta justificación una excusa de algo superior e inabarcable, estar enamorado.

viernes, 14 de junio de 2013

El síndrome de la territorialidad

Hace mucho, en la biblioteca María Moliner, en el apartado de los libros de lingüística, estaba yo buscando las intrincadas palabras que aparecerían en mi primer poemario. Lo único que tenía a mano para escribir era mi agenda escolar... Y allí se quedaron las muy condenadas en el 7,8 y 9 de mayo de 2012. ¿Por qué cuento esto? Porqué fui testigo directo, en ese momento, de uno de los problemas más graves del ser humano, que aún no tiene solución, y que tanto daño puede hacer a nuestras relaciones sociales, el síndrome de la territorialidad.
No soy psicólogo, ni mucho menos, pero creo dar cuenta de costumbres y comportanmientos humanos en tantas numerosas ocasiones que puedo caer en leyes y principios que probablemente se vuelvan a repetir y que tengan su causa en un aspecto lógico y coherente con el mundo que nos rodea. Escribo para mí, y aunque se pueda pensar que este dogma me hace caer en el miedo de no saber responder a lo que se me pregunta con una barata excusa, autónoma y personal, creo conveniente que se consideren mis palabras.

No soportamos el dolor, ni físico ni psicológico, y todo mal que creemos percibir lo diseminamos lo máximo posible en nuestros allegados y personas de confianza, para minar su magnitud y hacer a todos un poco responsables. Un dolor que es mucho mayor cuando perdemos una parte de nuestra vida que siempre hemos rechazado y a la que hemos ignorado porque básicamente era demasiado fácil de mantener. Cita: "No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos", una gran idea, que se responde con el síndrome de la territorialidad. En este caso vi en la biblioteca como un joven le pedía a otro un utensilo de escritura y éste se lo negó porque lo iba a utilizar... Pena, que esa herramienta haya sido ignorada hasta ese momento. Con las personas pasa algo parecido con las parejas y las rupturas, seguro que sabéis a lo que me refiero.



sábado, 29 de diciembre de 2012

Diálogo I sobre el amor. Matter y Spirit


En la playa nuestros antagónicos personajes ven a una pareja retozar en la arena.

Spirit: ¿No es bello ver consumar el amor, de dos jóvenes almas ávidas de ternura, en una estampa tan idílica?

Matter: Solo reconoces la verdad, como siempre haces, donde la ciencia y la materia no ha sabido otorgarte respuesta.

S: ¿Cómo puedes pensar suma salvajada? Ver algo bello siempre provoca en ti una sensación suprema de desconocida felicidad, unos vellos que quieren levantarse de la piel y volverse gallinas. ¿Es que acaso no devuelves las sonrisas a las damas que te sonríen? ¿Es que acaso no disfrutas con un beso? ¿Es que acaso no has encontrado el amor?

M: Felicidad desconocida sí, porque no sabes su origen atómico. ¿Y qué es el amor sino un mecanismo desarrollado a lo largo de millones de años de evolución que tiene como fin último la reproducción y la perpetuidad de una especie, que ha sido confundido ante la ignorancia, con un estado de necesitad y completitud universal y tan vital de la persona? No te engañes, solo son animales movidos por el placer, que desconocen su ciencia, y que andan perdidos. Si los seres humanos están tan unidos toda su vida es por el convenio social, la oxitocina y la cópula frontal que da sentido al rostro de las personas.

S: Qué triste tiene que ser tu vida, amigo. Qué triste tiene que ser vivir con esa visión del amor.
El amor es la esencia del ser humano, no del animal, entregada a otra persona con la que tomas conciencia de tu existencia. Es la liga de un abrazo inseparable, un esbozo de eternidad intercambiada entre los susurros y alientos del labio del uno placiendo en el oído del otro. Somos demasiado maravillosos como para resignarnos con algo tan banal como los átomos.

M: Es una visión única, alejada de engaños, que me mantiene distante de la mentira, partiendo de una de las causas últimas de la realidad más evidentes. ¿O es que prefieres vivir en la ignorancia, pero ser feliz? La banalidad y la verdad suelen ser enemigos desde mi punto de vista.

S: Los seres humanos razonamos, eso sí es lo que nos hace únicos. Superamos la química con la grandiosidad de nuestra especie. ¿También es esa evolución la que ha hecho que los poetas escriban a sus amores, que los músicos compongan sus canciones melancólicas y que los pintores retraten a sus musas? ¿Cómo puedes pensar que la puesta de un alma enamorada sobre el mundo sea cuestión de materia?

M: Tú lo has dicho. La evolución nos ha dotado de una mente majestuosa y hemos hecho de ella  una máquina de caminos de conquista. Si ponemos eso en práctica solo estaremos buscando la satisfacción del deseo, solo estaremos esperando que la dopamina y las endorfinas nos hagan sentir en las nubes... Pero no lo podemos aceptar y nos duele estar determinados por el ADN. Si gustas otro día hablamos del arte, pero ahora no conviene que nos alejemos del tema. Todo es cuestión de materia, y si no, de vacío.

S: Ójala te enamores Matter y descubras tu terrible equivocación. Deseo que encuentres a una mujer que te ame y que te abra los ojos porque ya veo que mis intentos son inútiles. Viviré feliz con mi amada aún ignorante de lo que me mueve... En eso consiste el misterio de la vida.

M: Entiendo... Y yo espero que te des cuenta de la química que te mueve... Viviré  infeliz solitario aún sabiendo la verdad. Aquí no hay misterios.

Empieza a caer el orvallo. La pareja de enamorados sale despavorida.

M: ¿Ves como unas gotas son más fuertes que tu "Amor"?

S: ¿Ves como, que aún corriendo, se tienen agarrados de la mano?

Los jóvenes pasan cerca de los pensadores entre risas. Hay un momento de silencio.

M: Será mejor que nos vayamos antes de que nos constipemos.

S: ¡Estoy de acuerdo!





lunes, 2 de enero de 2012

Introducción al amor abstracto. Filosofía

Pido por favor que no me cacéis como sabelotodo y engreído por resumir tanto una larga historia de reafirmación filosófica sobre un tema tan sumamente complicado como es el amor.

Poco he leído y poco sé de la filosofía, lo mínimo para estar en 1º de Bachillerato, pero mi corta experiencia y las continuas veces que lo he escuchado decir de voz de autores y gente respetada me han servido para sucumbir y confiar en que lo que dicen es cierto cuando se refieren a que el ser humano es incapaz de completarse así mismo y servirse de una banal explicación para alcanzar el más alto grado de la misma completitud. Por eso nos negamos y reiteramos el valor humano y sentimental de nuestra alma para vencer, o por lo menos servir de oposición, a la simple y sencilla imagen que nos produce una sustancia química o una célula. El ser humano es un ser trascendental que va más allá de las simples explicaciones. Me duele pensar ahora lo que me negué a creer lo que hace poco leí un libro que empezaba con estas mismas palabras, "el ser humano es un ser curioso por naturaleza", seguro que era por que no hace mucho era el espíritu de la contradicción y solo por llevar la contraria y creerme especial pensaba cosas, que aunque no estaba con ellas de acuerdo, me servían de falso vehículo de ferrocarril para salirme de las vías tradicionales.

Y todo esto para apoyar una visión original y distinta fuera de la bioquímica sobre el deseo de la completitud humana a partir de nuestra propia insuficiencia. El amor es un sentimiento opaco y misterioso, reducido por los artistas, filósofos y científicos a la capacidad mental humana para designar a una realidad que experimentamos continuamente y que no podemos definir, como cualquier otra cosa de la realidad, de manera fiable al cien por cien. Por eso me quedo con la definición de la RAE sobre el amor sin hacer más comentarios. Bueno... Me asalta una pregunta a la sesera cuando leo la definición de la RAE, ¿una definición simple, aunque dudosamente errónea o incompleta, sigue siendo igual de ¿aceptada que una definición más complicada y difícilmente entendible del mismo concepto? Es el cálculo utilitarista del valor de las cosas el único medio para recalcar el feaciente significado de tales concetptos?

Amor: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.