Creo firmemente en que los
pensamientos y emociones vienen dados solo por la experiencia pasada y
presente; que solo a partir de los restos de las circunstancias en los canales
de Mnemosine podemos imaginar los acontecimientos futuros. Quiero decir que esta
limitación de no vitalidad en el porvenir me limita a no poder especular con
certeza en estos temas, pudiendo solo aventurar probables predicciones. Andrés, te habla tu yo del pasado.
Solo tú sabes si los esfuerzos y
las acometidas que hemos fraguado ante la vida han dado los frutos que
esperabas. Solo tú sabes si yo he tenido la culpa de tu estado de prisión metafísica donde
solo puedes implorar al loquero que afloje las resistencias de la camisa de
fuerza que llevas... Solo tú, mi yo del futuro. Por eso, no conociéndote, pero
tú a mí sí, sabrás el porqué de estas palabras y por qué me remito a las dos
posibilidades.
Deja de leer si notas bullir la sangre, entiendo que estás enfadado conmigo, a este lado de la línea
temporal todo parece sencillo. Puedo dejarme de parafernalias, ya que nunca
lograste alcanzar tus metas y te has convertido en un depresivo vagabundo que
relee sus poemas sin cesar que no necesita consuelo de su juventud. Eres la
piedra que ha dado su último salto de rana sobre el estanque de los triunfos y
la dicha. Eres el canto rodado que meteoriza en el fondo de la tierra. Sin
embargo, conozco nuestra potencialidad y creo firmemente que puedes remontar,
ser feliz, construir lo que quieres. Pero para ello tienes que dejar de ser
como lo eras a tus 18 años. Pero si lees esto hinchado de
gozo, mostrando orgulloso a tus allegados los logros de tu carrera trazando la sonrisa de lóbulo a lóbulo bajo dos sonrosadas mejillas de niño pequeño, significa
que eres pleno. O bien estés sacando tu grado satisfactoriamente, o tengas un
trabajo en el que no te sientes alineado, o beses a una mujer que cada día te
recuerda lo bella que puede ser la vida, eres, en el sentido más estricto del
término, feliz.
Lo malo, que cuando leas esto,
yo, el Andrés del pasado, estaré muerto y no podré resolver la duda de nuestro destino. He hecho todo lo posible, ahora solo me queda pedirte que ayudes en todo lo posible a nuestro yo del futuro siguiente, y así indefinidamente. ¡Suerte!
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