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viernes, 29 de noviembre de 2013

La persuasión al servicio de la retórica

Hablar de la visión retórica de los sofistas, el repudio de los socráticos, ayudar a orientar el alma en busca de la verdad. La entrega de unos instrumentos sin saber cómo se utilizan y su revuelta hacia la injusticia y la maldad son algunos de los peligros acarreados por una educación exclusivamente práctica y laboral sin tener en cuenta las pretensiones aspirantes a la absoluta realidad ausente completamente de la mentira que vivimos y que hemos impuesto a nuestro espíritu.

Persuadir es un ejercicio distintivo de los grandes oradores que son capaces de hacer sentir que empatizan en tal grado con su público que pueden trasvasar así sus ideas en las Trompas de Eustaquio de sus oyentes. Las mentes más débiles son las más propensas a modificar sus pensamientos por la palabra de los inquisidores. Persuadir es hablar en primera persona del plural y buscar el apoyo de la comunidad para fortalecer una ideología perdida y no útil, en un principio, que se proclama mesiánica cuando llega el momento en el que la mayoría decide tomar seriamente suyo el discurso.

¡Qué peligro los políticos de masas! Los ideólogos y adoctrinadores universitarios cuadriculadamente encerrados en el hábito de confeccionar una biblioteca mental de un único pensamiento demasiado arraigado en la estantería, demasiado revestido de ceniza como para ser reeditado con novedades... Una sinapsis menos y una posibilidad menos de aceptar un cambio en el conservadurismo adulto... Lástima. Jamás dejéis, que sin reflexión propia, os inculquen cualquier entidad mental por el mero hecho de la forma en la que esté dicho.

martes, 22 de octubre de 2013

Las crisis no se pasan, se olvidan

Al final, tanto olvido no me hace más que recordar lo fundamental que es, ardua tarea de la existencia mantenida en regio pie, la persistencia en la memoria de las astillas más afiladas del mundo. Es evidente, tenemos ese intrínseco sistema de mecanismos de defensa biológica que nos hace recordar casi exclusivamente los fenómenos más desgarradores para no dormir nuestro alivio vital y caer en la serenidad estoica de la paz interior, sino todo lo contrario, estresar los músculos que debieron responder cuando impasibles veíamos nuestra tontería escapar por la vía número dos de la estación de trenes.

Así lanzamos el grito al cielo, aferrados a la historia por el dolor ignorado que sigue volcando los barcos, inversiones millonarias del ministerio de defensa, de la misma manera año tras año, siglo tras siglo, guerra tras guerra. Todo intento de explicación se reduce al vacío imposible de restauración de todas las preguntas sin resolver, ¡así cualquiera interpreta la Historia! El mismo tiempo nos impermeabiliza de los otros tiempos, externos al presente; el pasado irremediablemente bello y el futuro anticipado; dejándonos varados en la justificación del contexto y la posibilidad de invención.

Las crisis no se pasan, simplemente se olvidan. Como chupópteras criaturas insaciables, las penurias se insertan bajo la hipófisis y empiezan sus danzas parásitas de relajación hasta que macroscópicamente no se reivindique nada, no se sienta nada y todo siga siendo como antes. Como la rana que muere porque la cuecen a fuego lentísimo, ella sin percepción; así acabamos incorporando la tragedia sostenible a nuestras vidas hasta que forma parte de ella. 

Mi abuelo me hablaba de racionamiento, yo de becas universitarias.

sábado, 19 de octubre de 2013

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Y como siempre, cualquier tiempo pasado fue mejor. Cualquier tiempo en el que vomitar el desconsuelo desgarrador de la excusa y la imposibilidad de cambio presente. El incómodo acecho constante e implacable de la tortura mental, por muy leve y compendioso que sea, siempre nos hará echar la vista atrás en busca solo de los recuerdos que buenamente nos hacen olvidar los problemas del instante. La proporcionalidad distancia-distorsión es evidente. A mayor lejanía temporal las islas de nuestra intrahistoria florecen sus palmeras más brillantes dejando en sombra la memoria dubitativa.

Caemos, anulados por el olor tedioso de la almohada limpia, en esos pasadizos del laberinto que pueden traernos fisiológicamente una cascada de reacciones emocionales tan duras y secas como si fueran vividas en la realidad. Pero la droga, la química analgésica que alquimistas nosotros autosintetizamos para no sentir nada, perece; trayendo su abstinencia una caía celeste que a unos mata y a otros deja tan doloridos que no tienen  más que repetir el proceso de intoxicación con otra dosis superior; enalteciendo las probabilidades de destrucción.

Dejar en el olvido, los seres que más nos han deñado, solo tarea de dioses. Un intento, escribir esta entrada donde quiero dejar recordad la parte de mi aún por construir vida llena de la única miseria que me sigue batiendo en duelo. ¡Púdrete! Tan sencillo es para mí revivir los momentos de sensación de pura felicidad conversacional como solo ver en ti la barbarie de tu actitud.

jueves, 15 de agosto de 2013

En Europa ya no habrá más revoluciones

Leyendo a Ortega se percibe una terrible sensación de impotencia ante la opresión táctil que sobrevuela nuestras testas e impide nuestra reivindicación, una trampa que limita el oxígeno, una losa que cae meteórica metamorfoseada en leyes toscas sin sentido vital. Condenados a la deriva, como gemidos grabados en las tablas de la balsa de la medusa de Géricault, zigzagueamos nuestro espíritu someramente sobre el movimiento imparable del venenoso mar corrupto.

¡En Europa ya no habrá más revoluciones! !En América no ha habido ninguna!

La violencia, en sí, no es el elemento más importante de una revolución, ni siquiera, me atrevo a aventurar, suele ser una característica intrínseca de tales acometidas contra el poder. La gente proclama orgullosa el elevado número de muchedumbres que han dejado sus manos ensangrentadas en los cuellos de los políticos, pero nadie se acuerda de la revolución en el alma de Roma cuando conoció a Grecia. Las revoluciones se llevan primero, antes que desde los románticos cañones asomados a los balcones de las barricadas de colchones y trabajos de mueblería, desde la transformación del espíritu tradicionalista hasta la esencia racional.

El individuo revolucionario surge de la multitud reflexionando todas las creencias que venían dadas por la memoria del colectivo social, precisamente por este motivo, porque no vienen dadas por su propia racionalidad. Un planteamiento restaurador que busca su propia identidad entre las lanas rizadas de las ovejas, el porqué de los errores que la superestructura marxiana trata de ocultar. Este conflicto, si no se salda con la sumisión del foco de ruptura y se promueve, puede dar lugar a una negación del sistema y a la necesidad imperiosa de ordenar la realidad desde la nueva sensatez y la libertad.

Sin embargo, respondiendo a un pensador crítico que conozco, sé que efectivamente soy parte del problema. Cada vez somos más, y cada vez más fácilmente las gotas de lluvia se pierden ese océano del que os hablaba. Solo puedo teorizar, y avisar, supongo, esperando despertar las mechas suficientes para preparar la quema de la Bastilla. ¡A fe no me gana nadie!

miércoles, 15 de mayo de 2013

Motivación vital

Dilucidar someramente algo tan complicado como la dialéctica, resulta majestuosamente difícil. Pero quien soy yo para poner límite a mi capacidad resoluta, y conformarme, yo mismo, con mi explicación. Hablé de los cambios opcionales tras la valoración más útil para la consecución de nuestra felicidad, pero no comenté nada de la motivación  personal de dicha alteración.

Pudo, en alguna ocasión del pasado, pasar por mi cabeza la idea de la futilidad de la existencia. Comentar con mi profesora de ética que la vida es solo dolor, un valle de lágrimas donde volcamos nuestra ira y nuestras excusas de niño mimado. Seríamos más felices siendo setas en unas condiciones climatológicas favorables, sin procupaciones y sin el eterno dilema de qué hay más allá de la muerte. No hay planteamientos, ni pensamientos sobre la identidad introspectiva de uno mismo. No hay nada, tampoco sufrimiento.

Y ella me contestó que, en la vida, tener esa visión solamente puede ser fruto de la falta de un motivo por el que respirar, por el que luchar y por el que vivir... Si no estás muerto, si estás leyendo ésto es porque tienes un motivo para no quitarte la vida, significa que si no has caído en la cuenta de ello es porque eres una seta que vive bajo el árbol de la despreocupación y la rutina corriente. Si eres consciente, sabes que tienes un motivo, una ley, un principio...por el que seguir adelante, que sea la fuente de la mayor parte de tus actuaciones a tener en cuenta y que acabe promoviendo tus cambios y decisiones. Yo tengo el mío, ¿y tú?

viernes, 10 de mayo de 2013

Crisis

http://lema.rae.es/drae/srv/search?key=crisis

Cuando a uno le imponen como deber la elaboración de un cuadernillo de vocabulario para preparar mejor esa pregunta léxica en el examen de selectividad que tanto nos aterra, uno se da cuenta de que por comodidad y uso, ante la mayoría polisémica de los vocablos, de éstos solemos coger el primer concepto del diccionario de la RAE. Otras veces solo reconocemos el significado al que tenemos más amoldado el oído interno. En los últimos años la palabra "crisis" ha sido tantas veces acompañada del complemento del nombre "económica" que ha absorbido su significado. Pero os voy a hablar de "crisis" como cambio, mutación o alteración histórica, social o personal.

¿Las personas podemos cambiar? ¿Podemos, bajo ciertas circunstancias, modificar nuestros valores, pensamientos y actitudes? Resulta indisputable que la biología nos ha demostrado que la selección natural resume en escasas líneas ese azaroso proceso de adaptación a las circunstancias por medio de las características derivadas de los genes. Eso no se puede controlar. Pero bien es cierto, que otros factores y aptitudes, adoptadas para la superación de situaciones adversas que tienen su origen en la experiencia, son igual de indispensables.

La personalidad fue fundada por nosortros mismos ante la renuncia y adopción de ideas, en tanto que nos ayudan a alcanzar la felicidad. Una felicidad que resulta ser la meta de toda persona. Cambiamos, en definitiva, en función del acercamiento a la Eudeimonía solo cuando estamos al límite de perderlo todo. Ese miedo es irrenunciable, necesario y motivador.

Pero no nos podemos remitir a la llegada de esa situación extrema, nos arriesgamos a la posibilidad irrevocable de que no haya una vuelta atrás. Tenemos que encontrar la fuerza de voluntad que supere la abulia que nos mantiene pegado a la cama y buscar siempre ser mejor persona, en una palabra, "mejorar". Sin embargo, el dilema mana de la convicción natural del ser humano de "no actuación" si de momento se está cómodo, pero es necesario que haya una preparación para las hecatombes. Solo digo eso. Pero de las crisis tengo mucho de qué hablar.