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Cuaderno de Berlín presiente en distintos momentos convertirse en un poemario total e inabarcable que busca sorprender al lector de verso y prosa con preguntas retóricas e imágenes impecables que dejan dubitativa la veleta que marca el viento en la dirección de nuestro sentido común. Un aura de la Alemania dividida por la guerra, el resentimiento y despuntes de teoría del amor brillante desbordan las líneas de una intrahistoria poco común y que se fusiona con la aspiradora de la universalidad. La deshumanización de las técnicas de tortura en manos de la inocencia de los niños como mecanismo propagandístico de la ironía que deja mecer la mente humana en las páginas de un cuaderno marcado por la sangre, presente en esta pieza, como reclamo a la justicia. Su grado de concienciación con la sociedad y su momento, que más tarde proliferaría en sus obras sosteniblemente ecopoéticas, se desenvuelve en el poemario con un lenguaje sobriamente exacto que no presume de grandilocuencias, pero que nunca llega a la extremidad más escueta.
Una obra que sinceramente he disfrutado con su lectura y que me da pie a saber más sobre la literatura de este personaje tan singular. Próxima estación, "Poesía practicable".
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