domingo, 22 de diciembre de 2013

Juré mantener el romanticismo

Ayer, en la fiesta reencuentro con mis antiguos compañeros del colegio crucé impresiones con dos amigas a las que tengo en gran estima con las que, allá por el mayo de 2011 en el viaje de fin de curso, firmé de palabra un juramento para mantener el romanticismo sentimental que actualmente en grave decadencia discurre por las endiabladas estratagemas del cortejo contemporáneo; alocado y no razonado comedidamente por la mente de los jóvenes deseosos exclusivamente de lívido, al margen como veo, de la integridad y dignidad del sujeto que se pretende. 

El romanticismo se está perdiendo, objetivamente, entendido como la aurora que envuelve a los pulcros amantes que prescinden de realmente la falsa carantoña banal y trascienden en la completa entrega, el detalle sorprendente y la estética de los cuerpos. Cursilerías, y me anticipo a tu pensamiento, solo así apuras la crítica, sujeto falto de voluntad verdadera. 

El sistema social ha sido rediseñado para anquilosar toda aquella forma de conducta humana que no produzca enriquecimiento económico. Muñecos, tropeles del consumismo desmedido ausentes de significado, ignorantes vagan sin remedio ni salvación por las calles completamente carentes de afecto y emotividad.

Más de muchas locuras habré llevado a cabo por este motivo... Una vez me llamaron "caja de sorpresas". Llamad a todos los telefonillos, cantad su canción preferida, remad a viento y marejada, retratad, bailad y que no se os olvide la sonrisa. ¿Os apuntáis al pacto?

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