
Los pilares teóricos que sostienen nuestras acciones solo se derribarán cuando conversemos con una persona de la más alta confianza que tenga una opinión distinta a la nuestra, es decir, cuando hagamos público nuestro infame pensamiento, que tantas veces nos ha hecho caer en la barbaridad de la equivocación y el mal obrar. Hasta ese momento seguimos construyendo fortalezas mentales y reos cubículos que nos acabarán sepultando, pues nosotros jamás debatiremos nuestras propias decisiones, básicamente por la notoria sensación de perfección y obrar rectamente que ejecutamos constantemente.
Por eso, tal vez, escribir mis pensamientos hace darme cuenta de la irracionalidad de los mismos, de las disculpas que tengo que pendir a quienes los sufren. La práctica es una parodia del mundo que siempre perdió al juego del escondite. Hablemos pues, dialoguemos y tratemos de entender la realidad que somete su presión sobre la espalda de la existencia, desde un nuevo punto de vista siempre desde el respeto y manteniendo la dignidad del ser humano en su rango más elevado.
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