sábado, 16 de noviembre de 2013

Uni nueva, vida nueva

Uno no puede arrojar la idea primera que le mane de la imaginación pues de repente, la confutación "no juzgues sin saber", aparece como el último recurso de un condenado ante un tribunal de jueces puestos ilegítimamente a dedo. Ahora sí sé, he visto la portada y me leído el libro, y puedo contaros mi experiencia universitaria.

Desde el 9 de septiembre mi rutina mañanera se ha visto trastocada súbitamente; los metros han dejado paso a los cercanías y el arco de las manecillas grandes al leve desplazamiento de la horaria. Novedades, el lance de atravesar el pasillo túnel del pinar fijado por el aroma terrorífico de los corredores. La tragedia de no encontrar donde posar las piernas es ya convencional.

Solo allí podíamos estar los que tuviéramos más de un 12,13 en selectividad, la presión intelectual era parecida a la sentida en Bilbao; sin embargo, ahora éramos competidores totales por los puestos y becas contados que, en estos infructuosos lares de ciencia, solo conceden a quienes más horas echan a contar proteínas.

Pero las necesidades se calmaron con la llegada de los controles y la puesta de marcas que nos colocaban en un sitio u otro de la pirámide del esfuerzo y la innata capacidad intelectual. Con buenos compañeros y nuevas amistades, todo parece más sencillo. Ya os iré comunicando las eventualidades espectaculares. 

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