domingo, 15 de diciembre de 2013

Famosos de cera

Finita, nuestra mente se muestra limitante respecto a la totalidad informativa que recibimos por los sentidos. Los canales a los que desembocamos tales manadas de datos son reducidos y solo contienen lo referido a nuestro interés y hábito más ordinario; el resto de la banalidad colma las riveras burbujeantes de lejía envenenando el pensamiento ideólogo de respuestas a la existencia.

Nuestro cerebro sigue siendo el mismo, pero el procesamiento del conocimiento no ha dejado de cambiar desde que exponencialmente nos mostramos más receptivos a cualquier tontería que nos entre en la sesera. Y así, basuras de mediaciones, búsquedas estéticas y asquerosamente preparadas de presentadores sensacionalistas, alejados de cualquier atisbo de principio crítico y serio; serviles vasallos del entretenimiento y la dormición del espíritu esencialmente reivindicador e importante del ser humano que atontolinado, tras la pantalla se desvela; absorben la inteligencia de la que presuntamente presume nuestra especie superior.

Los famosos de antaño se mantienen, no tenemos tiempo que dedicar a las nuevas caras que acabarán perdiéndose en el espacio. Su segunda vida gloriosa más allá del recuerdo se esfumará en el momento preciso cuando todo su esfuerzo terrenal se pierda de súbito por no haber logrado su mantenenimiento en la memoria. Es inevitable, Sísifo tenía razón, todo intento para demostrar ser imperiosamente grande acabará retraído en algún álbum de fotos raído, lleno de polvo, en una esquela amarilla de un periódico local o, en el mejor de los casos, "inmortalizado" en un muñeco de cera.

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