domingo, 16 de febrero de 2014

¿Por qué la naturaleza ha elegido este lado del espejo?

La sierpe que recorren los brotes de hojas ascendiendo por la planta, la escalera de caracol que contiene las bases de nuestra genética, la concha de los moluscos varados en la playa, el rosetón de los girasoles, la espiral del remolino galáctico, nuestras manos de mono gordo y desnudo... son ejemplos del único sentido elegido por la naturaleza para desarrollarse a favor o en contra de las manecillas del reloj. Y de nuevo, como más analítica causa subyacente de la vida, ¡la Bioquímica fundacional!

La naturaleza ha perpetuado su intrínseca quiralidad siguiendo tajantemente la ley, principio universal, de ocupación del estrato de menor energía disponible, la tendencia incuestionable a mantenerse en la existencia. Solo algo existe cuando no hay razón que indique lo contrario, una misteriosa causa de azar caótico que haga desaparecer y sustituir a aquellas entidades que no se ajusten a la dinámica impuesta por la realidad.

La evolución biológica en toda su gloriosa y majestuosa serenidad ha seguido a la perfección esta dirección y sentido cribando por selección natural las formas que realmente tienen mérito de continuar sobre la faz de la Tierra a su gusto circunstancial. No tenemos acaso ojos para ver, sino una vista gracias a los ojos. Una Biología teleológica es un absurdo contrasentido que esconde el verdadero porqué de las cosas. Los aminoácidos constituyentes de las proteínas han tomado su decisión, ser L. La elección primigenia, en los primeros momentos del origen de la vida, fue lo único importante; a partir de aquí, el resto de ramificaciones estructurales se explican por sí solas. El reto es descubrir la causa que decantó la primera balanza y, ¡anda que no hay divagaciones sobre la asimetría de partículas!

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