sábado, 28 de junio de 2014

A mis padres

Soy, quien no quiere la cosa, el sumatorio unísono de todo lo que repercutió voluntaria e inconscientemente en mí de cualquier guisa; una inaudita construcción heterogénea donde se imbrican desde las magníficas representaciones moleculares marcadas a fosfato y nitrógeno sobre mi genoma, hasta el más somero de los susurros expelidos al olvido y de procedencia remota, que me hiciera de infante abandonar cualquier primitiva tarea para rotar sobre la nuca mi atención irracional, aunque ya no recuerde su sonido. De tal entorno, aparentemente inabarcable, debo hacer responsable en gran parte a mis progenitores; especialmente en el apartado reservado a las reclamaciones fenotípicas.

Así pues os agradezco humildemente haber sido educado en la serenidad y la templanza, en el razonamiento ético y solidario de la entrega compartida a quienes lo necesiten; haber fomentado curiosamente en mí los pilares eruditos del conocimiento científico tras largos paseos atenienses a la vera del estanque, donde "criticar" no tenía connotaciones peyorativas; haber tenido a disposición todo recurso que precisase para forjarme como persona diestra; el legado filosófico del esfuerzo; vuestros ideales y esperanzas; mi nombre completo; nuestra primera carta antes de ser concebido; el espíritu de la contradicción; las ganas de vivir aventuras espectaculares; y mi segura calvicie, que se me ocurran ahora...

Vivo inciertamente, sin decirlo con empalagos, no conociendo que habéis leído estas palabras; pues soy de labios, ni de abrazos, ni de carantoñas explícitas. Aún no me conocíais, y decidisteis confiar en mí. Ahora que os conozco solo puedo daros las gracias.

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