Ahora es mi turno, el momento de completar la historia del último hombre contigo, hasta que el próximo me arrebate la vida. Leo todos los nombres que has tenido: Ana, María, Rocío... Ahora te llamas como ella, la mujer acompañada que juega con la arena de la playa infinitamente distante. Ahora sé, que en suma esencia, sois la misma persona, la única mujer; que platónica se desvela como catástrofe con otro individuo, que lamento no ser yo.
Apago el cigarrillo, dejo que la brisa me sacuda. Entre las mágicas olas te besas con él, lástima. Te seguiría amando cuando ya no fueras ni tan guapa, ni tan joven, desde la ventana del hotel. Espero que el próximo huésped de la habitación 215 tenga mejor suerte que yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario