miércoles, 2 de julio de 2014

Una musa del sur

"Subamos escaleras tras el rastro de la poesía"...

Una de las habitaciones más lujosas de mi hotel de cabecera quedó reservada, desde mi peripecia en Bilbao, a nombre de una muchacha revuelta en dos mil cascabeles dorados que por mejillas se emboza una corola de rosas párvulas, extremas comisuras de un puente de luz.

Ahora que ha venido con un rumiante en la maleta, que ha partido con un corte de pelo propio de nuestras actrices más internacionales, que ha aterrorizado a los pasajeros del abismo; no encuentro forma de reflejar objetivamente el impacto vítreo que ha mellado en mi cábala, porque aún me aturde la ausencia, me pasa entre los muslos como el bigote deshecho de una luna plétora.

Sabemos más del otro que nadie, como ninguno, como nunca en vida he experimentado con la más inexplicable de las confianzas. Adivinamos de nuestras lenguas las palabras escondidas en el baúl de la siguiente proposición, un mágico espectáculo. Nunca olvidaré estos días de indulgencia cuidadosamente resguardados en tu cielo, tan importantes para mí.

Siempre nos quedará el vértice del mundo.

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